LOCO, POSESIVO Y PROTECTOR.
FARID ARAY
Ofrecer un café en el living de mi nueva casa, para la familia que prácticamente venía destruyendo mi paz, era prácticamente un desafío para mi.
Permanecía como un perro rabioso junto a Camil, si a ese par de locos se le ocurría soltar alguna barrabasada, juraba que los echaría a patadas.
Eran su “feliz” familia aparecida, pero resulta que a estas alturas ya me era casi imposible creer en la buena voluntad de alguien.
Así que si antes mi mujer me llamaba árabe Bruto por mi carácter, creo que después de hoy me agregaría el apelativo de «Hombre de las cavernas», pero no permitiría que alguien volviera a dañarla, incluso que ni lo intentaran.
Analicé a los Kaya, y si… se veían en son de paz. Incluso Yamila tenía la mirada acuosa y la vista perdida, no estaba siendo tan directa como acostumbraba, ni tan excéntrica. Quizás el tener una hermana mayor había tocado su fibra más sensible.
Lo que si tenía que reconocer yo mismo algo, esos genes de Abdel Kaya, pues tenían fuego puro.
Si antes pensaba que el que Camil fuera tan volátil, impetuosa tenía que ver algo con Mara, pues me convencí que no. Camil y Yamila eran demasiado parecidas, y ya podía entender a Liam que lo vio desde el principio, al punto de desconcertarlo.
—¿Cuál es su plan al venir aquí?— pregunté arrascándome la cabeza— Planea que su hija se le prenda al cuello y lo abrace, y le bese su incipiente calvicie.
—¡Farid! ¡Por favor! — regaño Camil y rodeé los ojos— Tratemos de llevar esto como adultos.
Ella respiro, profundo en un sonoro suspiro. Inhalo y exhalo otra vez, y me miró. Igual que yo no sabía las intenciones reales de los Kaya, y aunque yo no lo hubiese preguntado con nada de tacto, ella comprendió inmediatamente que mi pregunta no estaba de más.
—¿Qué quieren lograr viniendo aquí?— insistío ella, y yo tuve que sonreír disimuladamente. Quizás mis métodos no eran los mejores, pero ella me había dado la razón en que todo este asunto estaba demasiado turbio.
—No hay ni un plan, ni mucho menos un objetivo—admitió Abdel Kaya con un peso en la voz—. A mi me costó aceptar la noticia, así que puedo saber cómo te sientes… y no es agradable sentirse así— musito aquel hombre y Camil hizo una mueca casi imperceptible al escuchar la frase «poco agradable» relacionada con la noticia del parentesco. —Pero eso o cambia las cosas. Eres mi hija, y yo… aunque te suene loco, soy tu padre. No te voy a pedir que me quieras, o que tengas afecto sincero por mi, pero estaré disponible por si me necesitas para algo. No dudes por un instante que estaré para ti, a partir de este momento como he estado para Yamila.
—Creo que Yamila podría quedarse aquí en Atlanta…— expresó Camil dejándome boquiabierto.
—No es necesario— expresó Abdel Kaya.
—Estoy convencida de que no lo es— aseveró Camil calmada— pero de esa forma estará cerca de alguien que la ayude y no completamente sola.
—No pienso abandonarlas. De algún modo encontraré la forma de llevar mi vida en Arabia, y estar para mis hijas— admitió ese hombre y tuve que reconocer que después de tanto que había molestado, pues tenía agallas.
—Habla de «sus hijas», como si Camil, le hubiese dado luz verde para conocerlo… para darle una oportunidad—sisee mirándolo y enarcando una ceja. Era hora que supiera que me podia convertir en el peor loco posesivo y protector, cuando de mi familia se trataba.
—Me perdona usted Farid. Camil aunque quiera no puede cambiar sus genes. Asi que usted aprenda a conocerme a mi tambien— dijo por fin Abdel—Tendo dos hijas embarazadas, así que no espere que le sea fácil deshacerse de mi. Estaré cerca, y si mi hija me necesita, estaré para ella. Después de todo no es una mala idea que Yamila esté en Atlanta hasta que dé a luz.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.