DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 20

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20.“Un ángel de pelo negro”

FARID ARAY

Tomé el expediente completo, pagué el total de los honorarios, y además dejé una jugosa propina. En mi actual estado mental no estaba pensando en nada más que en Camil, y en aquella bebé de la cual acababa de enterarse de su existencia.

Bajé tan o más turbado que antes con aquella noticia, que evidentemente era lo ultimo que espere encontrarme.

Me metí en el Ferrari que ilógicamente había rentado para impresionar Camil, y antes que nada revise aquellos documentos buscando la nota en que se encontraba la dirección de Camil. Estaba bastante lejos de la dirección en que me encontraba, pero bastante cerca del hospital. Tiré el expediente sobre el asiento del copiloto, y llevé las dos manos al volante tratando de sosegarme. Sin saber porque, no pude evitar sentirme traicionado. Un nudo se instauro en mi garganta, y si antes me sentía frustrado, ahora estaba desesperado por conocer la verdad sobre la verdadera causa de que Camil hubiese cambiado tanto.

Guiado por la curiosidad conduje hasta aquella dirección, sin saber exactamente con que quería, o que esperaba encontrarme al llegara allí.

Camil debía estar en casa, si ya había salido de su servicio de guardia de veinticuatro horas estaría en aquel edificio de piedras, pero no deseaba aparecer entre ella, no hasta estar seguro que terreno pisaba.

Si bien era cierto que no había hablado de nada serio durante la noche del accidente, o la noche pasada, ella había evitado contarme de la existencia de su hija.

Cerca de una hora después detuve el coche frente aquel edificio de cuatro plantas que aquel hombre había señalado, esperé que algo ocurriera… pero nada pasó.

No sé qué creí encontrar, o si de ver el edificio me convencería que aquella historia que me había contado el detective era totalmente falsa.

Estuve en las afueras de aquel sitio durante mas de una hora y nada pasó. Absolutamente nada. Me sentía ridículo, como un espía indeseado.

Ni siquiera el coche en que Camil me había llevado a mi hotel estaba allí. Aquello me pareció tan raro que no pude evitar apostarme en una cafetería, con una excelente terraza, que me daría una vista panorámica del edificio bastante estratégica.

Algo me decía que no debía marcharme de allí, que debía esperar, porque algo en aquel cuento o cuadraba.

Después de ver cuál era la vida de Camil… me iría. No me importaba que tuviera una hija, para acercarme a ella, solo que si Camil no me quería cerca quizás es porque no quisiera a nadie más, su vida tal vez era su hija y su carrera, y el amor sobraba en aquella ecuación.

Tres cafés más tardes, y unas cuantas horas más después por fin Camil apareció por el lobby, usando ropa deportiva y zapatillas de deporte; en el cabello llevaba una cola de caballo, y el rostro lavad sin el más mínimo rastro de maquillaje. Caminó hacia una camioneta familiar que estaba aparcada frente el edificio, y abrió sin ningún tipo de contratiempo. Ese no era el Tesla en que me había llevado al hotel. ¿Para que Camil necesitaba dos coches?

A penas noto el Ferrari aparcado frente a la cafetería, solo se metió en su coche y desapareció rumbo al centro de la ciudad. Luego de haber estado apostado allí todo el maldito día, lo más lógico es que la siguiera como un acosador cualquiera.

Corrí hacia mi propio coche y me acomodé tras el asiento del piloto, asegurando el cinturón. Pisé el acelerador, y el coche salió disparado tras el rastro de vehículo de Camil. La alcancé en un cuarto de minuto, pero me mantuve a cierta distancia como para no llamar la atención. A ella le fascinaban los coches deportivos, era claro que si veía un Ferrari en el retrovisor de su coche obviamente se fijaría en él, y me descubriría en un dos por tres.