21. "Mi sangre, un pedazo de mi"
FARID ARAY
Las vi alejarse por la acera, sin que Camil notara mi presencia, mientras los ojitos de la niña no dejaban de inspeccionarme de los pies a la cabeza. Aquella belleza de pelo negro era un pedacito de mi… era mi legado en este mundo.
El alma se me estrujó al verla, así, observándome con aquella intensidad, como si me reconociera entre otros miles de hombres que había visto frente a ella en su corta vida. Algo había de diferente, ella lo sabía y yo también. Algo más fuerte que la hacía mantener sus hermosos ojitos verdes sobre mi, aunque su madre le estuviera hablando ella continuaba observándome por encima de su hombrito.
«Mi hijita»
«La vida después de todo no había sido tan mala conmigo» La mala había sido Camil. «Esa bruja ma había robado más que nadie en el mundo»
El peso de la sangre no se disuelve solo por ocultar la verdad. Una mentira no borra el lazo inefable que me une a esa niña.
Paso saliva emocionado hasta la médula, mientras observo a Camil desde lejos acomodar a la niña en el asiento trasero del coche en la silla para niños, acomodó con demasiado cuidado a la pequeña, y hablaban de algo mientras que la madre aseguraba el cinturón.
Camil rodeó el coche para abordar en el asiento del conductor, mientras que yo seguía allí en la acera, inmóvil.
En un abrir y cerrar de ojos la camioneta plateada se puso en marcha y se reincorporó al ligero tráfico de aquella avernida frente al colegio. Ya no tenía caso que las persiguiera. Ya sabia lo que se había empeñado en ocultarme aquella traicionera.
Caminé hacia el Ferrari, y con un terrible nudo en la garganta abrí la puerta, acomodándome tras el volante y cerrando la puerta. En la intimidad del auto volví a tomar aquel legajo de documentos entre mis manos, buscando el que tenía los datos de mi pequeña…
«Emira De La Fuente»… al leer ese nombre las lágrimas llenaron mis ojos.
Al menos Camil había respetado en algo mis deseos, había nombrado a la niña como mi difunta madre… y eso sin dudas demostraba que aquella sangre que corría en las venas de esa niña preciosa… era la mía.
Un sentimiento parecido a la euforia me inundó. Una mezcla de tristeza, con rabia,y alegría me llenaron el pecho.
Emira no tenía idea quien yo era, y eso era algo que tenía de reparar de inmediato. Con el consentimiento de Camil o sin el, me acercaría a mi hija.
Ahora entendía aquella fuerza que me había hecho quedarme en Atlanta… no era solo la curiosidad… había sido la sangre la que me había hecho desconfiar y buscar más de lo que se veía a simple vista.
«Mi sangre… Mi heredera»
Esa noche partí de Atlanta con destino a a Los Ángeles, con intención de encontrarme con Liam. En la mansión de mi tío, donde mi primo estaba viviendo ciertamente tendría público,pues mi primo está junto a mi tío, su esposa e hijos.
Pensé en llamarlo, pero solo preferí no ponerlo en sobre aviso del tema que abordaríamos.
Camil era su hermana menor, y yo había abusado de la confianza que él depositó en mi, al ponerla bajo mi cuidado.
Yo me acosté con ella, la seduje… o ella me sedujo a mi… ya eso no era lo importante, había pasado, no una… sino varias veces, y si ella no se hubiera marchado, pues hubiera seguido ocurriendo, porque yo sentía que me faltaba algo si no la tenía entre mis brazos, si no me podía meter en ella.
Así habían sido las cosas a fin de cuentas, terminamos enredados y de ese romance pasajero había nacido esa pequeña, de la cual yo no tenía idea hasta hoy. Ni siquiera me paso por la cabeza la posibilidad en todos estos años, que Camil se podía haber ido embarazada.
Liam podía enojarse, incluso pegarme unos buenos golpes, peor eso no cambiaba los hechos.
Si bien era cierto que yo había faltado colosalmente a su confianza; ya las consecuencias eran enormes, y no faltaría a mi responsabilidad como padre solo por que la verdad del pasado nunca viera la Luz.
¡No podía! No me haría el desentendido mientras que mi hija se criaba sin mi.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.