Elia nunca se arrepintió de haber irrumpido en la boda para luchar por su felicidad y por el amor paternal completo para sus hijos.
Y es que, a decir verdad, Asier nunca sintió nada por Cecilia. Aunque se hubiesen casado, jamás habrían sido felices.
"Lo que hago no tengo por qué reportárselo a Asier. Nosotros confiamos el uno en el otro. Aun si supiera que vine a ver a Sergio, él me apoyaría", replicó Elia ante el comentario de Cecilia.
"¿Tan segura estás de tu relación? Para Asier, solo eres el reemplazo de mi hermana. ¿De dónde sacas la confianza de decir que Asier te quiere de verdad y que puede soportar todo lo que haces?"
Cecilia siempre fue una mujer elegante e inteligente, nunca dejó traslucir su ira.
Pero desde que Elia le "robó" a Asier el día de su boda, esa rabia no se había disipado.
Sus padres le habían dicho que Asier jamás se recuperaría, que estaría condenado a la silla de ruedas para siempre. Como una mujer sana y completa, debía pensar muy bien si quería casarse con alguien así.e2
El deseo de Cecilia de estar con Asier empezó a tambalear.
Ella, una dama de la distinguida familia Guzmán, ¿realmente debía casarse con un hombre en esa condición?
Pasó un largo tiempo en casa, cuidando de su persona y su espíritu, sin buscar a Elia para reclamarle por la boda, ni a Asier para intentar reconciliarse.
Estaba lista para renunciar a Asier, pero de repente, la noticia de que Asier había vuelto a caminar se esparció como pólvora. ¡Sus piernas se habían curado por completo!
Además, había emprendido un nuevo negocio y fundado su propio imperio comercial. Su empresa se destacó rápidamente en el mundo de los negocios. Su padre decía que con la habilidad de Asier, en cinco años su empresa sería conocida en todo el país y estaría en la cima del mundo empresarial.
Asier había vuelto a ser el hombre perfecto, atractivo, maduro y exitoso de siempre.
Seguía siendo el hombre que todas las mujeres deseaban.
Al recibir esa noticia, Cecilia no pudo quedarse quieta.
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