Cecilia pagó la cuenta sin siquiera mirar a Vicente y Floria, y se marchó del restaurante.
Fuera, Bruno ya la estaba esperando al lado de su carro, pero Cecilia no se montó con él, sino que se fue directo a su propio vehículo, arrancó y se alejó con movimientos suaves y coordinados.
Bruno ni siquiera tuvo la oportunidad de decirle una palabra y al final no le quedó más remedio que irse con el corazón pesado.
Vicente y Floria se quedaron dentro del restaurante, viendo cómo Cecilia y Bruno se iban uno tras otro.
Vicente se quejó: "¿Cómo es posible que Bruno haya dejado que una dama pague la cuenta?"
Floria lo miró con desdén. Su expresión estaba llena de reproche y se marchó sin decir una palabra.
"Doctora Floria, espérame." Vicente la siguió.e2
Con todo un gesto de caballero, abrió la puerta trasera del carro y le hizo una señal para que subiera: "Por favor, suba al carro, princesa."
Floria casi siente un cosquilleo en la cabeza al oírlo llamarla princesa.
¿Qué le pasaba a este hombre? Diciendo palabras tan cursis en plena luz del día, ¿acaso no le daba pena?
Floria miró a su alrededor preocupada, pero por suerte no había nadie cerca. Parecía que nadie había oído.
Nunca antes la habían llamado princesa.
Hasta sentía que esa palabra no encajaba con ella.
¿Cómo pudo Vicente decir eso con tanta facilidad?
A pesar del bochorno, Floria subió al carro, ella había llegado con Vicente y él tenía la obligación de llevarla de vuelta.
Cuando llegaron a la entrada de su edificio, Floria le pidió que se detuviera.
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