Resumo de Capítulo 135 – Capítulo essencial de El Amor Eterno por Internet
O capítulo Capítulo 135 é um dos momentos mais intensos da obra El Amor Eterno, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Romance, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
El conductor me llevó a la entrada principal del condominio de Zachary. Contemplé llamar a un taxi para irme, pero el conductor me vigilaba atentamente sin dejarme una oportunidad para escapar.
Renuentemente seguí al conductor a la puerta. Él introdujo la contraseña en el teclado numérico, extendiendo su mano para acomodarme dentro. Tan pronto como entré, él inmediatamente cerró la puerta como profesional muy bien entrenado. No podía ver a Zachary en ninguna parte.
Él estaba probablemente aún en la casa de los Yale.
Entré en una habitación al azar para remover mi maquillaje. Mientras miraba mi rostro pálido, me sonreí a mí misma.
‘Gracias a Dios mi rostro no fue arruinado’.
Miré la cicatriz superficial al lado de mi ojo. No era tan fea como Zachary había implicado. Me di palmaditas en la cara y caminé descalza a la sala. Desde la ventana, miré hacia abajo y vi las calles abarrotadas. La vida nocturna había comenzado.
Me senté en el sofá y jugué con mi móvil. Eventualmente, Dixon me llamó.
“¿Dónde estás?”, él preguntó, sonaba preocupado.
“En un hotel”, mentí.
“Dame la ubicación. Iré a verte”.
“No te preocupes. Regresaré a Ciudad Wu mañana por mi propia cuenta”.
Mi respuesta evasiva hizo que su voz se pusiera débil de repente.
“Carol, realmente te extraño”, él dijo desalentado. “Quiero estar a tu lado”.
Estaría mintiendo si dijese que no fui conmovida al escuchar sus palabras, pero tenía miedo de que me hiriera nuevamente. Además, mi condición de salud había empeorado, y no quería ser una carga para otros.
Colgué la llamada y le envié un mensaje de texto.
“Dame algo de tiempo a solas en paz, al menos antes de que Cinque regrese”.
No tenía idea de lo que podría suceder cuando Cinque regresara. Había visualizado que sería problemático.
Extendí mi mano y la coloqué en mi abdomen, pensando en mis riñones y en la pregunta de Clifford antes de colgar nuestra llamada.
“Si Cinque necesita tu riñón para sobrevivir, ¿honestamente le donarías tu riñón a ella?”.
Para ser honesta, no lo haría.
Habíamos estado separadas por 11 años a pesar de que una vez tuvimos una relación cercana. No habría durado tanto tiempo.
Además, ella regresó solamente para tramar su venganza contra mí. Yo no era tan generosa como todos se imaginaban; no le donaría uno de mis riñones a ella.
“NO se lo donaré”, reafirmé.
En un programa de televisión, la protagonista femenina generosamente hubiera aceptado donarlo, pero la realidad no era un drama.
“Bien, esta es la Caroline que yo conozco. Si se lo fueras a donar, hubiera pensado que eres una persona diferente”, él sonrió.
“Pensé que esperabas que lo donara”.
“Lo esperé, pero hubiera sido bajo la condición de que tendrías que estar dispuesta a donarlo. Eso es porque era la familia Shaw quien le debía a ella, no tú en particular. Te dije todo esto para que tu pudieras estar mentalmente preparada porque esta vez, Cinque hará cualquier cosa para obtener lo que desea”.
Cinque haría cualquier cosa por lograr su meta. Ella nunca me curaría.
Dixon nunca entendería ese odio.
Apagué mi teléfono mientras la puerta de la entrada principal se abría. Incliné mi cabeza para dar un vistazo y vi la cara sin emociones de Zachary.
“Hace frío afuera. Deberías ir a dormir en tu habitación”, él ordenó.
“Amanecerá pronto”, rechacé, sacudiendo mi cabeza. “Me acostaré un rato y luego me iré. Lo que me recordó que… no había comprado el tiquete de vuelo aun”.
Tomé mi teléfono y accedí a la página web de la aerolínea para comprar el tiquete. Me había recién dado cuenta que mi cédula había sido destrozada después de completar el pago. Había usado mi libro contable para abordar el avión durante el anterior vuelo, pero lo había dejado con mi asistente”.
Dudo que sería capaz de aplicar por una cédula de identidad temporal en el último minuto.
Como sea, simplemente llamaría a mi asistente después y le pediría que me esperara.
Luego de bajar mi celular, levanté mi cabeza y vi a Zachary observarme desde cerca. Me toqué la cara y le pregunté, “¿Mi cicatriz es fea?”.
“Ni idea”, él replicó.
Ni idea… si él no tenía idea, entonces, ¿Por qué me llamaría fea anteriormente?
Torcí los ojos y mantuve el silencio. Él se puso de pie aun al lado de la ventana incluso después de haberme ido.
Él era extraordinariamente profundo.
Recibí un mensaje de texto cuando bajé al primer piso. Era del número de Zachary que Yair había introducido anteriormente.
“Me puedes hacer saber si te hace falta algo”.
¿Faltarme algo?
¿Acaso Zachary pensaba que yo deambularía con cualquier hombre solo porque me hiciera falta dinero?
“Me hace falta amor”, escribí de vuelta.
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