El Amor Eterno romance Capítulo 1542

Antes, siempre le enseñaba la foto de Zachary a Bella. Sin embargo, ella solía olvidarlo constantemente porque, simplemente, era demasiado pequeña.

No era culpa de la niña. Al fin y al cabo, las fotos eran demasiado abstractas para ella. Tendría que ver la cara de su padre con sus propios ojos.

Le expliqué: "Más tarde, Mamá señalará a Papá. No seas tímida, ve y abrázalo. Solo entonces, Mamá podrá hablarle y Papá me llevará a casa".

Bella permaneció callada durante un rato. Luego dijo: "No lo entiendo".

¿Cómo debía explicarlo?

"Pídele a papá que te cargue".

Bella asintió y dijo: "De acuerdo".

Esperé en el condominio hasta las tres. Luego, llevé a Bella conmigo y partimos hacia la Universidad. Cuando entramos al recinto, tomé la mano de Bella y la dejé caminar sola.

Bella solo caminó un poco durante unos metros y se negó a caminar más. La cargué de nuevo en mis brazos y le pregunté: "¿Tienes sed? Te traje jugo de manzana".

"Jugo… Jugo".

Saqué el biberón de mi bolso y abrí la tapa para dárselo. No dejé que lo terminara, ya que solo le permití calmar su sed. Sin embargo, para Bella no fue suficiente. Como no quería darle más, quiso volver a llorar.

Le advertí que eso no estaba bien.

“Solo tomé un poco”, dijo ella.

Estaba haciendo pucheros de nuevo.

Como madre, mi corazón está apegado al de ella. No importa en quién se convierta en el futuro, siempre será mi tesoro. Además, Bella es una niña hermosa. Tiene ojos brillantes con rasgos delicados. Cuando me miró con sus ojos anhelantes, no pude soportar negarle su deseo.

"Puedes tomar más, ¿de acuerdo?".

Me entrego a ella porque no tengo resistencia.

"Está bien. Beberé solo un poco más".

Cuando mis hijos eran más pequeños, siempre pensé que el desarrollo de Bella era algo más lento que el de Ralph. Al final, descubrí que era la gemela más inteligente.

Con su inteligencia, su talento lingüístico y su capacidad para hacer que los demás hicieran lo que ella quería, realmente no me parecía una niña de dos años. Parecía que tenía al menos tres o más.

Me parecía agradable porque ella era muy inteligente. Cuando me vio triste, me habló y trató de hacerme sentir feliz.

Abrí la tapa de nuevo y le di un poco más. Solo la dejé disfrutar de unos cuantos sorbos.

Retiré el biberón y dije: "Me lo prometiste".