El Amor Eterno romance Capítulo 1676

"Zachary, eres muy apuesto".

El hombre era fuerte y alto. Aunque tenía puestos unos tacones de unos siete u ocho centímetros de altura, sólo podía alcanzar su barbilla. Pero cuando él bajó la mirada y quedé a la altura de sus ojos, casualmente caí en la trampa de su profunda mirada. Quedé sumida dentro del mar de amor que sentía por mí.

Me acerqué a él y le toqué la mejilla. "Tengo muchas ganas de llorar".

De repente, Zachary me quitó el anillo del dedo.

No me importó; nada me importaba en absoluto en ese momento.

"Mira a tu alrededor", dijo Zachary.

Fue entonces cuando comencé a prestar atención a mi entorno. El suelo estaba repleto de rosas iluminadas, las cuales se alineaban a lo largo del camino que se extendía por unos cientos de metros. Las luces eran muy suaves e iluminaban toda la carretera.

Y yo estaba de pie en medio de la carretera.

Detrás de mí estaba la villa, espléndidamente iluminada. Detrás de Zachary estaba el inmenso campo de flores de Eustomas. Todas las luces del campo brillaban vivamente.

En ese momento, sentí que estábamos en un gran espectáculo de luces.

"Zachary, esto es tan hermoso".

El hombre preguntó con un tono dulce: "¿Te gusta?".

"Me encanta, Zachary. ¿Dónde están los demás?".

"Todavía están preparando su sorpresa para ti".

Me di la vuelta y pregunté: "¿Hay otra sorpresa?".

Justo cuando me di la vuelta, Zachary se arrodilló de pronto sobre una rodilla, con el anillo de bodas en su mano. Era el mismo anillo que me había quitado del dedo hace un momento.

Inconscientemente, me tapé la boca y jadeé. No sabía por qué lo hacía, pero fue la única reacción que pude mostrar en ese momento.

"Bel, querías una propuesta de matrimonio. Aunque lo dijiste a la ligera, sé que es un sueño que tenías. Eres una dama. Te daré todo lo que una mujer se merece, ya sea una propuesta o una boda, ya sea una familia o yo, o incluso mi compañía por el resto de tu vida. Te daré todo lo que quieras. Gracias por elegirme en esta vida".

Hizo una pausa antes de preguntar con suavidad.

"¿Quieres casarte conmigo?".

El hombre levantó la barbilla y me miró. Su mirada brillaba como la luz de unas estrellas deslumbrantes. Hace un momento, cuando se arrodilló en el vasto campo de flores de Eustomas, la música de un piano comenzó a sonar. Era una canción grabada en lo más profundo de mi memoria.

La calle donde reside el viento.

Fue gracias al destino que Lance y yo nos conocimos por esa canción. Luego utilizó canción para bendecir mi matrimonio.