El Amor Eterno romance Capítulo 289

Me sorprendí porque no esperaba esta pregunta de él.

“Soy la novia de Zachary”, le respondí cortésmente, “y usted es padre”.

Cuando mencioné a Zachary, su expresión se volvió un poco sombría.

“Ah, la novia de Zach”.

Asentí. Recordé mi primera reunión con el director Gregg. Esa vez, él había tomado la iniciativa de venir a conocerme. Cuando lo conocí, fui muy generosa y actué cómodamente, a diferencia de mi yo actual que actuaba con tanta ansiedad.

Después de todo, las advertencias de Sean y de mi asistente me afectaron profundamente. No dejaban de decirme lo aterradora que era la familia Schick. Cuando me enfrenté al exjefe de la familia Schick, no pude evitar sentirme nerviosa.

Él dejó de mencionar a Zachary. En cambio, me saludó con la mano y me indicó que me acercara. Miré a Wale dudosa. Este último dijo con una sonrisa amable: "Señorita Shaw, el viejo amo quiere sentirla".

Era nuestro primer encuentro y sus acciones eran inapropiadas para mí.

Aunque lo pensé, no pude evitarlo cuando vi la mirada gentil del viejo amo. Me acerqué y me agaché a su lado. Levantó la mano y tocó suavemente mi cabeza. Su voz tenía rastros de los viejos tiempos.

"Carol, esta es la primera vez que te veo", dijo él.

Fue muy amable conmigo, pero sus palabras eran muy confusas y difíciles de entender. Levanté la mirada y lo miré con sorpresa. Sus ásperas palmas recorrieron poco a poco mis mejillas mientras lentamente seguía mis rasgos en detalle.

No sabía por qué, pero no me sentía incómoda. En cambio, fue un momento de paz y tranquilidad. Después de recorrer mis mejillas, tocó mis oídos. Las lágrimas brotaron poco a poco por el rabillo de sus ojos.

Me quedé perpleja. Justo cuando quería levantarme, de repente lo escuché comenzar a recordar.

Mi corazón estaba totalmente confundido cuando Wale de repente me entregó un documento. El padre de Zachary explicó: “Toma esto. Esto favorece a Zach. Después de mi muerte...".

Mientras sus palabras se arrastraban, de repente hizo una pausa. Al instante, el viejo amo frente a mí parecía estar al borde de la muerte. Tenía una expresión de incomodidad. Sin embargo, había una sensación de perseverancia en sus ojos, como si finalmente se hubiera liberado de sus grilletes.

Al ver su estado, Wale rápidamente tomó las medicinas y le dio dos pastillas. El viejo amo recuperó gradualmente su sobriedad. Me miró desconcertado y murmuró: "Jovencita...".

Estaba atónita. Podía escucharlo lamentarse con tristeza: "Lo siento por tu madre".

¡Mencionó a mi madre! ¿Él sabía quién era mi madre?

Conmocionada, volví a agacharme y pregunté: "¿Conocía a mi madre?".