El Amor Eterno romance Capítulo 398

¡¿La familia real francesa?!

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Estaba confundida, era incapaz de descubrir la verdad en ese momento. Como mi energía se había desplomado, rápidamente me quedé dormida en los brazos de Zachary.

Cuando regresamos a Ciudad Tong, ya eran las seis o las siete de la mañana. El helicóptero se detuvo en la villa privada de Zachary, donde él solía vivir.

Me desperté aturdida y abrí los ojos. Me quedé mirando a Zachary y él me bajó del helicóptero en sus brazos. Poco después, el helicóptero partió del césped de la villa.

Charles y el resto aún tenían que regresar a Ciudad Wu.

Zachary me cargó hasta la villa. Regresamos a su dormitorio y él me colocó en su cama. Él luego fue al baño a tomar una ducha.

Me acosté cansada en la cama y cerré los ojos. No mucho después, se escuchó algo de ruido en el baño. Abrí los ojos y vi que el hombre se puso una bata de seda negra.

Mi mirada mostraba destellos. Parpadeé y llamé a Zachary: "Segundo hermano".

Él se acercó y se sentó a mi lado, luego pasó suavemente sus dedos por mi mejilla.

"¡Alguien me rescató!", le dije la verdad.

Él murmuró ligeramente en reconocimiento.

"No conozco a esa persona", agregué.

Solo sabía que su nombre era Jean Wallace. No sabía nada más que eso.

"Mmm. No tienes que dar explicaciones".

¡Parecía que él nunca se tomó en serio las palabras de Charles!

La mirada de Zachary era tan clara como el agua. Él levantó la colcha para cubrirme, luego me sujetó los pies y se puso de rodillas. Mis pies estaban adoloridos y rígidos, y me dolía tener puestos los tacones altos ya que había caminado sobre hielo por mucho tiempo.

Preguntó. "¿Te comeré?".

Me mordí mi labio inferior. Zachary se metió en la cama y se acostó a mi lado.

Él usó sus brazos para sostener su cabeza y me miró con una mirada ardiente. Su rostro encantador y hermoso estaba tan cerca de mí.

Le pregunté tímidamente: "¿Cuándo vas a descansar?".

"¿Por qué?", susurró él.

Fingí estar tranquila. "Ya quiero dormir".

La voz profunda de Zachary era seductora.

Me llamó en voz baja diciéndome: "Querida".