El Amor Eterno romance Capítulo 583

Yo siempre había sido la que cocinaba.

Dixon nunca se molestó ni una vez.

Después de que Zachary terminó de cocinar, él sirvió los platos y luego subió. Terminé mi comida abajo. Luego, lavé los platos en la cocina.

Después de la limpieza, subí las escaleras y encontré a Zachary todavía en el baño. Lo esperé cerca de la puerta del baño y escuché el sonido del agua corriendo desde adentro.

No mucho después, Zachary abrió la puerta. Se sorprendió al encontrarme haciendo guardia junto a la puerta.

Luego, sonrió y preguntó: “¿Tan apegada?”.

Mi asistente salió con el asistente de Zachary. Mientras tanto, Leo estaba de permiso. No conocía a nadie más en la gran mansión. ¿A quién podría apegarme si no a Zachary? Además, ¡me encantaba estar apegada a él ya que él era mi hombre!

Lo miré intensamente, pero no dije nada.

El hombre de repente se inclinó y me llevó en brazos como princesa. Inconscientemente abracé su cuello con alivio: “Simplemente me gusta apegarme a ti”, dije yo.

Zachary era un hombre alto y corpulento. Acurrucada en sus brazos, me veía especialmente pequeña. Él me sacó del dormitorio y tomamos un ascensor hasta el cuarto piso.

En el cuarto piso, el invernadero se extendía por la mitad de la habitación. En el interior, había muchos tipos de flora de diferentes tamaños en la habitación. No conocía la mayoría de sus nombres.

Había una gran cama blanca en el medio, rodeada de todas las flores.

Zachary me colocó suavemente en la cama blanda. La mitad de mi cuerpo se hundió en el colchón mientras miraba a Zachary con una mirada ardiente. Sus ojos se encontraron con los míos mientras él acariciaba ligeramente mi mejilla con el pulgar.

“Hermano”, lo llamé.

“Bel”, él me ordenó: “Mira al techo”.

Estaba muy enfocada en Zachary antes de que dijera que mirara hacia arriba. Después de eso, cambié mi mirada hacia el techo.

El cielo nocturno era un velo oscuro, brillando con muchas estrellas brillantes y una hermosa media luna. La luz de la luna viajaba con gracia mientras besaba el techo de la cúpula de vidrio. Infundida en el cielo nocturno, era la luz más reconfortante que susurraba calidez en el corazón de uno.

“Es hermoso”, le dije a Zachary con deleite.

“Mhm. Me alegro de que te haya gustado”, dijo.

Pregunté suavemente: “¿Esta es tu mansión?”.

“Mhm. Esta es mi única mansión en Francia. Vine aquí hace muchos años y me gustó bastante la vista aquí, así que le dije al asistente Yair que la comprara”.