Debbie miró con furia a Olivia. "¿Cómo diablos sabes que tengo un hermano? ¿Y por qué sabes dónde está?".
Cuanto más tiempo pasaba con Carlos, más empezaba a parecerse a él en muchos aspectos. En este momento, su mirada era tan intimidante como la de Carlos cuando estaba enojado. Olivia se asustó por su fuerte aura y retrocedió unos pasos. Una vez había escuchado a escondidas la conversación de sus padres, pero no sabía muchos detalles, solo lo había mencionado para hacer hablar a Debbie. "Lo sé todo", alardeó Olivia. "Sé de tu madre, su familia se llevó a tu hermano al extranjero cuando era un bebé, tu ni siquiera habías nacido".
La palabra madre... era tabú para Debbie.
Agarró a Olivia de la ropa y gritó con voz áspera: "¡Cuéntame más!".
" ¡Suéltame! ¿Qué crees que haces, Debbie Nelson? Pensé que ahora eras una buena chica, pero evidentemente, he oído mal. No has cambiado ni un poco. ¡Eres la misma bravucona de siempre!". Olivia se soltó del agarre de Debbie y ajustó, molesta, su desordenada camisa.
Últimamente, los compañeros de clase de Olivia le habían estado diciendo que Debbie había cambiado; ahora era una buena estudiante y ya no intimidaba a la gente. Olivia sabía mejor que nadie si Debbie había cambiado o no, después de todo se conocían desde hacía unos veinte años. Olivia tuvo que admitir que Debbie había cambiado. En realidad se había convertido en una chica mejor, y este hecho la enfureció más que la relación de Debbie con Carlos.
"¡Dime!", repitió Debbie con los dientes apretados.
Por miedo, Olivia tuvo que rendirse. Muy a pesar suyo, comenzó a contar su historia. "Está bien... tu abuelo materno estaba completamente en contra de que tu madre estuviera con tu padre, y cuando no quisieron escucharlo, alejó a tu hermano de ellos. Al año siguiente, tu madre te dio a luz, pero cuando tenías dos meses, tu abuelo también se llevó a tu madre. Eso es todo lo que sé, ¡lo juro!". Olivia solo había llegado a escuchar esto antes de que la descubriera un sirviente de la familia. En ese momento fingió que acababa de volver a la casa, y como resultado Lucinda y Sebastián no tenían idea de que su hija los había escuchado hablar sobre la familia de Debbie.
Debbie se quedó callada mucho tiempo reflexionando sobre lo que Olivia le había dicho.
'¿Por qué el abuelo le prohibió a mamá estar con papá? ¿Por qué se llevó a mamá y a mi hermano lejos de nosotros?
Entonces, mamá no nos abandonó...'.
Cuando reaccionó y quiso hacerle algunas preguntas más a Olivia, pero esta se adelantó, "Dime qué relación hay entre Carlos Hilton y tú, O simplemente me callaré y nada en el mundo me hará hablar".
"Estamos...", la voz de Debbie se apagó. '¡No! No puedo decirle sobre nuestra relación, si ella lo supiera, entonces todo el mundo lo sabría'. Así que mintió. "Lo que viste es real, él me gusta".
Olivia se tapó la boca, atónita. "Eres una mujer casada, ¿Cómo te puede gustar el señor Hilton? ¡Debbie Nelson, estás engañando a tu marido!", la acusó.
Debbie la incendió con la mirada y replicó. "¡No digas pavadas! Me gusta, pero no hicimos nada incorrecto".
" ¡Mentira! ¡No creo ni una palabra de lo que dices!".
"Lo que sea, no me importa. Es mi turno ahora. ¿Quién es mi mamá?".
"No lo sé...".
Debbie la bombardeó con más preguntas, pero como respuesta Olivia solo sacudió su cabeza confundida. Debbie vio que Olivia de verdad no sabía nada, así que por esta vez la dejó ir.
Matías la estaba esperando con el BMW, Debbie se acomodó en el asiento trasero y se perdió en sus reflexiones.
'¿Debo contarle todo a Carlos y pedirle ayuda?
Pero todavía no estoy preparada mentalmente. Carlos es un hombre poderoso y estoy segura de que podrá descubrirlo todo: quién es mi madre, por qué nos dejó a mi padre y a mí...
¡Tengo tanto miedo de descubrir la verdad! ¿Y si no puedo aceptarlo?'.
Cuando llegó a la villa, no entró en la casa sino que se quedó parada afuera, en la nieve, con el cerebro ocupado con su madre y su hermano.
De pronto a Debbie le vino a la mente una canción de amor, y comenzó a cantar en voz baja: "Desde que llegaste vida. Me susurran los silencios. Las flores renacen. Apenas sube el sol. Se ríen del invernó. Desde que llegaste, vida. Le hemos hecho trampa al tiempo. Mi cura es tu abrazo. Tu suspiro una canción. Que me arrulla como el viento...".
Que empezara a cantar de repente después de su confesión conmovió a Carlos, y comenzó a cantar con ella el coro: "Yo soy el hombre más afortunado, me ha tocado un ser, el que conoce cada línea de tu mano. El que te cuida y camina a tu lado. Todo cambió por ti. Todo es amor por ti. Mi corazón te abrí. Desde entonces llevo el cielo dentro de mí. Nunca jamás sentí. Una alegría así. Que bendición hallarte. Al instante en que se fue la luz. Llegaste tú...".
Era la primera vez que Debbie escuchaba a Carlos cantar. Su voz era tan seductora que no pudo evitar hundirse más en él, sacó la mano de su abrigo y acarició su cara. Su rostro tenía ángulos bien definidos: la frente, las mejillas y la línea de la mandíbula. Y aunque no lo dijo en voz alta, ella sabía que él estaba confesando su amor con la canción. Sus ojos brillaron con alegría.
"¡Carlos Hilton!".
"¿Qué?".
"Prométeme que nunca me dejarás". Debbie había sido una chica salvaje, pero ahora, solo quería ser una mujer tierna, de pie en los brazos de su querido esposo.
"Te lo prometo".
Después de decirlo, Carlos bajó la cabeza y la besó en los labios. Cada vez que se besaban eran más apasionados que la vez anterior, como si fueran las únicas dos personas que quedaban en el mundo. Levantó a Debbie en sus brazos y la llevó a la casa.
Carlos tenía fobia de los gérmenes, así que acostumbraba ducharse apenas entraba a la casa, pero en este momento, lo más importante para él era hacer el amor con Debbie.
No fue hasta después del sexo salvaje que Carlos finalmente entró al baño con Debbie en sus brazos.
Debbie no tenía idea de qué había excitado tanto a Carlos. Después de oírlo prometer que nunca la abandonaría, no había tenido oportunidad de decir nada y él la había llevado en brazos adentro. '¡Es tan idiota! ¿Por qué tuvo que arruinar el momento y volver a ser el viejo verde?'.
A la mañana siguiente, Debbie todavía estaba profundamente dormida cuando Carlos la besó en los labios y le susurró al oído: "Cariño, es hora de ir al aeropuerto".

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