El Arrepentimiento Llega Tarde é a melhor série atual do autor Internet. Com o conteúdo de Capítulo 120 abaixo, nos perderemos em um mundo de amor e ódio, onde os personagens usam todos os truques para atingir seus objetivos, sem se preocupar com a outra metade, apenas para se arrepender tarde demais. Leia o capítulo Capítulo 120 e acompanhe os próximos capítulos desta série em booktrk.com.
El doctor Cristian efectivamente no durmió en toda la noche.
Al levantarse al día siguiente, tenía unas ojeras pronunciadas, y hasta en el camino al hospital parecía algo aturdido.
No fue sino hasta que se sentó en su puesto que Gisela apareció de nuevo.
El rostro de ella seguía lleno de altivez, y su mirada hacia él era como si estuviera viendo a un ser inferior.
—¿No te dije que renunciaras?
El doctor Cristian retrocedió varios pasos del susto, con los labios temblorosos.
—Señorita Gisela, me vi obligado a participar en esto, no sea injusta... Vivimos en un estado de derecho.
A los ojos de Gisela pasó un destello de desprecio. Solo pensó que este hombre hablaba demasiado.
—Doctor Cristian, ya te pagué. Que ahora vengas a decirme estas cosas es demasiado tarde. No puedes afrontar las consecuencias de ofenderme. Más te vale hacer exactamente lo que te digo. Si no...
La amenaza era más que evidente.
Cuando ella se fue, el doctor Cristian se dejó caer en la silla, y gotas grandes de sudor le caían por la frente.
Le aterraba que esa noche alguien volviera a embestirlo con un coche. ¿Tendría la misma suerte que anoche?
¡No podía morir! ¡Tenía que vivir!
Justo entonces volvió a escuchar esa voz femenina de la noche anterior. Era Lorena.
Se encontraba en ese momento en la puerta de la habitación de Gisela.
Cuando la vio aparecer, le replico con rabia: —¡Lorena!
¿No estaban los guardaespaldas de la familia Flores buscándola? ¿Cómo podía presentarse aquí con tanta soltura?
Sus ojos se pusieron rojos de inmediato, y la expresión distorsionada en su rostro desapareció, reemplazada por una apariencia frágil y lastimera.
—Lorena, ya le rogué a mamá que no te internara en el hospital psiquiátrico. ¿Por qué vienes ahora para burlarte de mí? Ya perdí a mi bebé, ¿acaso eso no es suficiente?
Lorena miró hacia atrás, y efectivamente vio a Norma y Yago.
Norma dio un paso veloz al frente, alzó la mano y estuvo a punto de abofetearla, pero Lorena le sujetó la muñeca.
—Señora Norma, ¿cada vez que me ve le dan ganas de golpearme?
Norma estaba tan furiosa que los hombros le temblaban: —¡Lorena! ¡cómo te atreves a aparecer!
Lorena soltó su mano con voz serena: —No fui yo quien lo hizo. Tengo la conciencia tranquila, ¿por qué no habría de aparecer?
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: El Arrepentimiento Llega Tarde