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História El Arrepentimiento Llega Tarde Capítulo 148
El Arrepentimiento Llega Tarde por Internet
En ese momento, Lorena tenía un sueño tremendo. Bajo el efecto del alcohol, apenas podía mantenerse despierta, y las palabras de Josefina le llegaban como un ruido lejano.
El auto se detuvo frente a su edificio.
Josefina la ayudó a bajar del coche, y tras dar unos pasos, se toparon con Yago, que los esperaba frente a la entrada del complejo residencial.
A sus pies había una montaña de colillas. La conocía, aunque no demasiado.
Josefina, con respeto, saludó: —Señor Yago.
Él frunció el ceño al ver a Lorena ebria: —¿Está borracha?
—Sí.
Inmediatamente tiró su cigarro y se acercó apresurado.
—Yo la llevo, puedes irte.
Josefina abrió la boca, pero obedeció. Le entregó a Lorena sin protestar.
Mientras observaba a Yago llevársela, sacó su celular y tomó una foto, que publicó en Instagram.
[Dando vueltas por la vida... Quienes deben estar juntos, siempre acaban juntos.]
Tras la publicación, volvió a su auto.
Yago llevó a Lorena hasta la puerta de su departamento. Estaba por tomar su mano para desbloquear con su huella, pero al inclinarse, notó lo enrojecido de sus labios.
En ese instante, Lorena sintió que era arrojada al suelo, sin siquiera poder reaccionar, y justo después... Un balde de agua fría cayó sobre su cabeza.
Yago sostenía la cubeta, su rostro era una máscara de rabia.
Lorena se sobresaltó. Ahora sí estaba completamente sobria. Inspiró hondo.
—¿Estás loco?
Fue entonces que se dio cuenta de que ya estaban en su casa. Estaba sentada en el pasillo, y Yago... ¿Cómo había entrado?
Él lanzó la cubeta a un lado y se inclinó, agarrándola del cuello de la ropa.
Lorena fue alzada por la fuerza. Estaba a punto de protestar, cuando él le gritó.
—¿Qué te pasó en la boca?
Sus ojos oscuros parecían encendidos de furia, como si fueran a consumirla.
Lorena respiró profundo: —Suéltame.
—¡Te pregunté qué te pasó en la boca!
—Una alergia.
—Lorena, te conozco desde hace años. ¿Cómo es que nunca supe que tenías alergias? ¿A qué se supone que fue?
—Al alcohol.
—¿Qué?
Yago rio con amargura, como si acabara de escuchar una broma: —¿Crees que soy idiota? ¿Alergia al alcohol? ¿Tú misma te lo crees?
Lorena realmente no entendía. ¿Ser alérgica al alcohol era tan ridículo? ¿De qué otra forma explicaba el ardor y escozor que sentía?
Yago la soltó de golpe y ella volvió a caer al suelo. Esta vez sí se molestó de verdad. Se sostuvo de la pared y se puso de pie.
Se secó el agua del rostro y señaló su puerta.
—Yago, sal. No eres bienvenido en mi casa.
Él la miraba, observando sus labios enrojecidos y sus ojos aún vidriosos por el alcohol. De pronto, preguntó: —¿A quién viste hoy?
Lorena se llevó una mano a la sien, harta de esa manía suya de escarbar hasta el fondo.
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