El Arrepentimiento Llega Tarde romance Capítulo 178

Lorena alzó una ceja. Al parecer, esta era otra persona más engañada por Gisela.

Isabel, tras terminar de hablar, se sentó de nuevo lentamente: —Gisela siempre fue una niña muy tímida. Cuando vivía con nosotros, la queríamos mucho. Carlos también la adoraba, pero no sé por qué, las chicas de su entorno nunca la aceptaron. Por eso hacíamos todo lo posible por evitarle sufrimientos, la criamos con mucho cariño.

Mientras hablaba, rompía en llanto.

—Carlos será un tonto, pero es puro, dulce, no tiene maldad en el corazón. Muchas veces salió lastimado por proteger a Gisela, incluso con heridas en la cabeza. Hace seis años también fue por protegerla, y nunca volvió a despertar. Después de eso, Gisela se sintió muy culpable, decía que quería ganar dinero, trabajaba en varios lugares al día. Luego, no sé cómo, de repente la reconoció la familia Flores. Al principio nos alegramos por ella, pero enseguida mi esposo fue arrastrado a ese escándalo, lo condenaron a veinte años. Fui a rogarle a la gente de la familia Flores, pedí ayuda, un poco de dinero, pero fueron fríos, despiadados, ni siquiera dejaron que Gisela nos viera. Gisela se escapó varias veces a escondidas para vernos, me dio treinta mil dólares llorando, diciendo que no podía hacer más. En ese entonces, ella todavía no tenía ni veinte años, ¿cómo podía yo cargarle toda la responsabilidad? Empecé a buscar pruebas, a luchar por demostrar que mi esposo era inocente, pero siempre aparecía alguien a obstaculizarme, a golpearme. Estos cinco años he vivido como un perro. Después supe por casualidad que Carlos había sido llevado a este hospital. Lo he visitado en secreto muchas veces.

Sus dedos estaban llenos de callos, incluso con varias cicatrices.

—No sé quién trajo a Carlos hasta aquí. Solo sabía que merodeaba por los alrededores, hasta que te vi a ti. Me sorprendió que tú estuvieras ayudándolo. Aquella vez, cuando la familia Flores supo lo del asesinato y violación cometido por mi esposo, juraron no volver a tener ningún trato con nosotros. No importaba cuánto suplicara, no me hicieron caso. Por eso no me atreví a presentarme. Tenía miedo de que si me veías, dejaras de ayudar a Carlos. Pero ya no tengo salida. Mi esposo lleva cinco años en prisión. Me dice que está sufriendo, que constantemente lo golpean sin razón. Me dice que ya no puede más, que me cuide y cuide de Carlos.

—Ya no sé qué hacer. Nosotros siempre fuimos gente sencilla, obediente. No entiendo por qué nos tuvo que pasar esto. ¿Por qué en este mundo los buenos no reciben nada bueno a cambio? ¿Por qué...?

Mientras hablaba, volvió a arrodillarse.

Tenía la frente cubierta de sangre por haberse arrodillado y golpeado la cabeza repetidas veces, pero no le importaba en absoluto, seguía haciéndolo con todas sus fuerzas.

—Señorita Lorena, si está dispuesta a ayudar a Carlos, eso quiere decir que es una buena persona. Se lo ruego, se lo suplico, déjeme ver a mi esposo por última vez, se lo ruego. Él realmente ya no puede soportar más. Él no tuvo nada que ver con ese asunto, simplemente pasaba por el lugar cuando ocurrió, y fue él quien llamó a la policía. Nadie entiende por qué encontraron su material genético en la víctima. Nadie lo entiende. Es como una historia de terror.