El Arrepentimiento Llega Tarde romance Capítulo 182

Se dio la vuelta y salió directamente de la oficina. Tarde o temprano encontraría pruebas de las malas intenciones de Pedro.

Lorena también estaba algo cansada de que Yago siempre anduviera inventando cosas, haciéndola quedar en ridículo frente a Pedro.

Ella también se dio la vuelta para marcharse, y al ver que Pedro parecía querer levantarse, no se fijó en lo que tenía cerca de la mano y, sin querer, golpeó la taza de café, derramando el líquido sobre su pantalón de traje.

Frunció el ceño y, con dificultad, se inclinó para intentar limpiarse.

Lorena se apresuró a acercarse, tomó unos pañuelos de papel de la mesa y empezó a limpiarle los pantalones.

—Presidente Pedro, siéntese, yo me encargo.

Sus piernas no estaban en buen estado, pero aun así parecía no gustarle molestar a los demás.

Pedro se sentó lentamente, observando cómo ella limpiaba con mucho cuidado la mancha.

Lorena tiró los pañuelos a la basura, luego fue a buscar un trapeador para limpiar el café derramado en el suelo.

Justo cuando estaba por devolver el trapeador, lo escuchó preguntar.

—Desde que mis piernas están así, siempre siento que soy una persona inútil.

Lorena pensó que había escuchado mal. ¿Pedro, alguien tan fuerte, podía tener ese tipo de preocupaciones?

Sintió un nudo en el pecho, y al recordar que esas piernas quedaron así por su culpa, de repente sintió que realmente no era una buena persona.

Se agachó rápidamente a su lado, con una actitud muy sincera.

—Presidente Pedro, por favor no diga eso. Todos lo admiramos mucho. Vi su entrevista en Wall Street, fue realmente impresionante. Y lo más importante es que... sigue siendo muy guapo. Por cierto, ¿no está haciendo rehabilitación? ¿No se supone que pronto estará mejor?

Ya había lavado la taza de café y la había colocado a un lado.

Pedro sostenía el asa de la taza con la punta de los dedos.

—¿Y si no me recupero?

Lorena sintió un escalofrío en el cuero cabelludo. Si no se recuperaba... todo sería por su culpa.

Guardó silencio por tres minutos, luego le tomó la mano con firmeza.

—Si no se recupera... yo me haré completamente responsable.

Los dedos de Pedro se detuvieron por un instante. En un rincón donde nadie podía ver, una sombra fugaz pasó por el fondo de sus ojos.

Lorena soltó su mano apresuradamente. Tal vez nadie podía soportar ver a un hombre tan fuerte mostrando su lado vulnerable frente a uno.

En efecto, hay cosas que las personas nunca pueden evitar: ayudar a los demás y querer ser una buena persona.