El Arrepentimiento Llega Tarde romance Capítulo 28

Lorena había reservado una nueva habitación y, justo cuando estaba por acostarse a descansar, su celular vibró con un mensaje del grupo de trabajo.

Al revisarlo, descubrió que sus colegas estaban hablando de ella.

Alguien había tomado una foto de su espalda.

—¿Qué hace Lorena alojándose en un hotel?

—Probablemente tenía una cita esta noche, ¿no está siempre rodeada de hombres?

—Después de todo, solo consiguió entrar a la empresa por su relación con el director Yago.

Lorena arqueó una ceja. Parecía que habían olvidado que ella también estaba en el grupo.

Escribió un mensaje.

—¿Que tengo muchos hombres a mi alrededor? No tenía idea.

El grupo, que había estado discutiendo activamente incluso sobre cuántas veces tuvo que acostarse con Yago para entrar a Grupo Fortaleza, se quedó mudo al ver el comentario de Lorena, recordando de repente que ella también había sido invitada al grupo.

De pronto, el chat quedó en completo silencio. Lorena se dirigió directamente a la persona que había tomado la foto.

—¿Nunca has estado en un hotel en tu vida?

El grupo se quedó aún más callado. Si no fuera un grupo de trabajo, probablemente ya se habría disuelto.

Lorena se fue a dormir tranquila; al fin y al cabo, no era ella quien estaba hablando mal de los demás a sus espaldas, así que no tenía por qué sentirse incómoda.

Al día siguiente, cuando fue a su departamento, notó claramente una atmósfera extraña.

Fingió no darse cuenta de lo que había pasado y se concentró en su trabajo en el escritorio.

Al terminar el día, Josefina la llamó para preguntarle si quería ir de compras.

Casualmente, Lorena había comprado una nueva casa y, aunque había ordenado algunas cosas en línea, todavía necesitaba ver algunos muebles en persona.

La casa era relativamente nueva y los muebles estaban en buen estado, así que había contratado a alguien para que limpiara el lugar. Esa tarde compraría algunas cosas más para poder mudarse directamente.

Al escuchar que Lorena había comprado una casa y había pagado 1.5 millones de dólares al contado, Josefina cambió de expresión por un momento; su sonrisa se volvió un poco forzada.

—Lori, ¿no estabas corta de dinero antes? ¿Cómo es que de repente tienes tanto?

—Un ingreso inesperado.

—¡Lorena! Hace tiempo que no te veo. Paga esto por mí, esta bolsa cuesta solo treinta mil dólares, me encanta.

La mujer que la sujetaba era una cuarentona bien conservada, pero sus ojos mostraban cálculo.

Lorena frunció el ceño y soltó lentamente la mano de la mujer: —¿Quién eres?

La expresión de Paula Delgado cambió de inmediato y soltó una risa fría: —Ay, no juegues, paga ya.

Lorena se rió y dio un paso para irse.

Pero la mujer la volvió a agarrar, con un tono amenazante: —Lorena, ¿qué pasa contigo? Te digo que pagues y pagas, ¿por qué tantas preguntas? ¿No quieres que hable bien de ti con Yago? Apúrate, tengo más gente con quien reunirme para cenar.

El rostro de Lorena se endureció: —Suéltame.

Josefina, detrás de ella, habló en voz baja: —Es la segunda tía de Yago. Antes gastabas mucho dinero, todo porque les comprabas bolsos de marca a estas personas. Por cierto, Yago también tiene una tía mayor, cuyo esposo acumuló muchas deudas de juego que tú ayudaste a pagar.

Lorena escuchó esto y solo sintió dolor de cabeza. Tardó unos segundos en responder con una sonrisa ligera: —¿Estás segura?

¿Así que había gastado todo su dinero en este grupo de personas que solo sabían extraer recursos de los demás? ¿Y por eso la familia Flores había restringido sus gastos?

En ese momento, Paula cruzó los brazos con arrogancia en el rostro: —Apúrate, ¿dónde está tu tarjeta? No te falta ese dinero.