El Arrepentimiento Llega Tarde romance Capítulo 93

Aún no había comprendido qué relación tenía la pierna de Pedro con ella, y ahora surgía el tema de una novia asesinada. Si realmente había sido la causa de la muerte de la primera novia de Pedro, ¿cómo era posible que siguiera viva?

¿Era simplemente cuestión de suerte?

Lorena terminó de leer la noticia, intentando recordar el incidente, pero su memoria no le ofrecía ninguna pista.

Buscó en internet noticias antiguas, pero encontró muy poca información disponible sobre la señorita Yolanda.

Justo cuando pensaba en preguntarle a alguien más, recibió una llamada de un número desconocido.

Presionó el botón para contestar; era Nicolás quien llamaba.

—Lorena, ¡qué baja eres! Me enteré de que lo de Paula fue tu idea. ¡Espera a que te cases conmigo, no te dejaré en paz!

—Tu madre dijo que, después de la boda de Gisela, te traerán atada.

—¡Bastardo, veremos cómo te las arreglas entonces, al final acabarás acostándote conmigo!

Lorena escuchó este lenguaje obsceno y una frialdad cruzó por sus ojos. Pensaba que manteniendo a Regina ocupada, este grupo la dejaría en paz, pero Nicolás seguía hostigándola.

Colgó el teléfono de inmediato, frunciendo el ceño, y en ese momento su celular vibró otra vez.

Era un mensaje de Yago.

[¿Sabes cómo era la señorita Yolanda físicamente? Lorena, ni tu origen ni tus habilidades se comparan con ella, así que no sueñes con que tío Pedro podría gustarte.]

Lorena se quedó sin palabras; nunca había pensado que Pedro pudiera gustar de ella, y estaría satisfecha con que simplemente no la detestara.

Pero, ¿por qué Yago enviaría un mensaje así?

Bajó las pestañas, pensando en algo, y respondió.

[¿Tan interesado estás en mi relación con tu tío Pedro? ¿Qué, quieres reanudar nuestra relación?]

Yago estaba bebiendo con Xavier cuando sintió la vibración de su celular. Sorprendido al ver que Lorena le había respondido.

Recientemente, ella había sido muy distante, reacia incluso a hablar con él.

Dejó rápidamente su copa de vino y leyó el mensaje cuidadosamente, pero su contenido lo enfureció.

—¡Está soñando! ¡Incluso si muero, no reanudaré nuestra relación!

Xavier, al escuchar esto, levantó la cabeza: —¡¿Qué?!

Yago, con el pecho agitado por la emoción, se dio cuenta de que había reaccionado de manera excesiva y trató de disimular.