No podía dejar de hacer la misma pregunta contínuamente...
— ¿Qué estamos haciendo Alexander? — nos sentamos en la terraza de la habitación, en un sillón doble, blanco, hiper mega cómodo y metí mis piernas debajo de mis nalgas, girandome hacia él.
— Transgredir las normas Lore — respondió tomando asiento a mi lado y colocando su mano sobre mi pierna.
Apoyé mi codo sobre el respaldo del sofá doble y le pregunté...
— ¿Quien es Mónica en tu vida?
— Pasado — respondió evasivo e instantáneamente.
Le hice una mueca para que notara mi inconformidad a su respuesta tan escueta y abierta.
Él entendió perfectamente mi gesto y continuó...
— Fue una compra corazón, quiso más y tuve que tomar distancia de ella. En mi presente solo es un recuerdo del pasado y una amiga de mis hermanos — el hecho de que me llamara corazón marcaba la distancia que ponía entre sus conductas. Esa simple palabra indicaba que había empezado a alejarse nuevamente.
— ¿Qué le compraste? ¿Cuántas compras has hecho y por qué compras? — sabía que eran varias preguntas pero es que tenía demasiadas para él, y casi todas sin respuestas de su parte.
— Tres preguntas y una sola repuesta corazón — dijo sonriendo y marcando la postura dominante — le compré sus besos.
No me respondió nada más y yo no sabía qué pensar ni qué decir. ¿Que tipo de compras hacía él?
Cada palabra que decía, regaba más preguntas dentro de mí mente. Y comenzaban a crecer cada vez más rápido, las muchísimas dudas.
Traté de no verme demasiado asorada, para que él continuara en su conducta colaboradora.
— ¿Por qué no me hablas de tus hermanos? — estaba tratando de conseguir información, mientras estuviera dispuesto a hablar.
— Porque no está definido en el contrato que tenga que revelar información personal, de la que ni siquiera me has inquirido — estiró sus pies y montó un tobillo sobre el otro al final de sus piernas, mientras jugaba con sus dedos en la carne de mis piernas y dejaba salir suspiros cansados de su boca maravillosa y su cabeza seguía recostada sobre el respaldo de su parte del sillón, mirando hacia el cielo vacío.
Había vuelto a cerrarse. Su tono oscuro y frío,acompañado del conocido corazón, lo ejemplificaba de manera práctica.
De pronto y sin que pudiera evitar sobresaltar me, dejó caer su rostro hacia mi lado, alzó una mano, me tomó de la barbilla y me observó la boca, pero no se movió.
— Me cuestas Lore — volvía a ser el Alexander que me gustaba — me cuestas más esfuerzo del que me gustaría reconocer. Estoy intentando muy duro resistir, pero me cuestas.
Diciendo eso, se levantó, besó mi frente demorandose en esa acción y se despidió con palabras que me supieron a nostalgia.
Solo había vuelto porque mi llamada lo asustó, pero tenía que irse y eso había hecho. Irse.
Dos días pasarían antes de que volviera. Dos días en los que necesitaría volver a mi modo de investigación, pues sería el momento perfecto para hacerlo. Aún así, serían dos días sin él.
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