El despertar del Dragón romance Capítulo 5536

Mientras tanto, Jaime y Forero avanzaban rápidamente. Gracias a las pistas que habían reunido y al profundo conocimiento de Forero sobre el Salón del Camino Malévolo, lograron localizar una de sus ramificaciones.

Era una edificación sombría, oculta en las profundidades de las montañas. Un vapor helado y letal se filtraba por cada abertura, como si el edificio estuviera impregnado de los ecos de las almas que la organización maligna había devorado hacía mucho tiempo.

Alrededor, los árboles se retorcían en formas que recordaban garras, como si un mal al acecho los hubiera corroído. Todo el lugar infundía una profunda sensación de inquietud.

Con una mirada gélida, Jaime empuñó con fuerza la Espada Matadragones.

—Este es el lugar.

Forero asintió con la cabeza, con una mezcla de esperanza y temor brillando en sus ojos.

—Ojalá encontremos por fin las almas de los miembros de mi clan.

Juntos, se dirigieron hacia la sucursal. Tan pronto como se acercaron a la entrada, dos guardias se adelantaron para bloquearles el paso.

Armado con una lanza, uno de los guardias gritó:

—¡Alto! ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo se atreven a entrar sin permiso en la sucursal del Salón del Camino Malévolo?

Sin molestarse en malgastar su aliento en los guardias, Jaime liberó una oleada de energía espiritual y el aire se onduló hacia afuera como un maremoto.

Los dos guardias sintieron que los asaltaba una presión inmensa y retrocedieron tambaleando involuntariamente, palideciendo de terror.

—¡Envíen a Stebron Hermato! —La voz de Jaime retumbó por todo el valle.

Pronto, las puertas se abrieron con un chirrido y Stebron salió con un grupo de subordinados detrás de él.

Una mirada de sorpresa cruzó los ojos de Stebron cuando vio a Jaime, pero al segundo siguiente esbozó una sonrisa burlona.

—Vaya, vaya. Me has encontrado más rápido de lo que pensaba —dijo Stebron con tono burlón.

Sorprendido, Jaime preguntó:

—¿Sabías que vendría a por ti?

Los labios de Stebron esbozaron una leve sonrisa.

—Por supuesto. Y también sé que has estado husmeando tras las almas del clan Forero.