—¿Por qué te preocupas por pagar la cuenta? ¡Lázaro dijo que él invitaba todo! —Elvia soltó, molesta—. Si hubiéramos sabido que ese desgraciado iba a pagar, ¡deberíamos haber encargado el paquete ultra lujoso de ochenta y ocho mil pesos por mesa!
—El paquete que pedí tampoco era barato, fueron dieciocho mil ochocientos ochenta pesos. Tengo que ir a la recepción a pedir que me regresen mi dinero —dijo Rocío.
Apenas había registrado su despacho de diseño, y sólo el registro ya le había costado cien mil pesos. Así que no le sobraba el dinero.
Casi veinte mil pesos, ni pensarlo, tenía que recuperarlos.
—Ve a pedirlos —le animó Elvia.
Rocío se dio la vuelta y caminó hacia el elevador. Justo cuando las puertas se abrieron y estaba por entrar, un hombre vestido con traje impecable, alto y de porte elegante, salió del elevador y la miró con furia.
Rocío se quedó paralizada.
¿Quién era ese tipo?
—¿Eres Rocío? Que te metas como la otra en la vida de alguien no me importa, pero si te atreves a destruir la relación de Mire, no voy a quedarme de brazos cruzados —Simón le advirtió con una seriedad tajante.
Rocío no contestó de inmediato.
Lo miró, tranquila, evaluando su expresión.
El hombre tenía una mirada firme y dura; por su actitud, podía ver que no era mala persona. O al menos, no como Eugenio, que aun sabiendo que Mireya le había quitado a su familia, igual la seguía humillando. Ni como Samuel, siempre tan impredecible y cruel, incapaz de ponerse límites.
No, este hombre tenía pinta de ser alguien con sentido de la justicia.
—Yo no he destruido la relación de Mireya —dijo Rocío, manteniendo la calma ante su tono justiciero.
—En el baño, te acercaste a Lázaro con cualquier pretexto. ¿Eso no es querer seducirlo? He tratado con muchas como tú. Meterte de empleada en la familia Valdez fue tu primer jugada, ¿no? ¿Todo con tal de acercarte a Lázaro? —le soltó, como si cada palabra fuera una verdad irrefutable.
Rocío soltó una risa entre dientes.
A fin de cuentas, ya había entregado los papeles del divorcio en el juzgado. Así que, ¿para qué explicar nada?
Se giró para entrar al elevador y quiso presionar el botón para cerrar las puertas, pero Simón se interpuso.

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