La ropa de Rocío desentonaba por completo con el ambiente elegante de la fiesta. Era evidente que no encajaba en ese lugar, pero a ella no le importaba en lo absoluto.
Su único propósito esa noche era encontrar a Lázaro.
No habían pasado ni dos minutos cuando lo vio. Como era de esperarse, Mireya estaba tomada del brazo de Lázaro, luciendo siempre a su lado.
No por nada era la novia de Lázaro.
Aunque la competencia de vestidos era feroz, nadie podía negar que el de Mireya era el más sofisticado y lujoso de toda la noche.
En el instante en que Rocío vio a Lázaro y Mireya, ellos también la notaron.
Lázaro, que hasta entonces mantenía una sonrisa cordial mientras conversaba con otros invitados, cambió su expresión de inmediato al verla. Su mirada se volvió dura y su rostro adquirió un aire de desdén.
Mireya apenas le lanzó una mirada rápida a Rocío antes de apartar la vista, como si ni siquiera mereciera su atención.
No la consideraba una rival.
Para Mireya, Rocío solo era una molestia. ¿Cómo se atrevía a aparecer en un evento así sin siquiera vestirse apropiadamente? Si Lázaro no la despreciaba, sería raro.
Pensó que Rocío era una mujer vulgar y desesperada, dispuesta a humillarse a sí misma con tal de llamar la atención. Si ella misma quería hacer el ridículo, ¿quién podría detenerla?
Mireya soltó una breve carcajada desdeñosa.
Sin dirigirle otra mirada a Rocío, continuó aferrada al brazo de Lázaro y platicando animadamente con los demás invitados.
No muy lejos, Jimena también notó la presencia de Rocío, y su expresión se iluminó con picardía.
—Jeje, mira nada más, la cazafortunas regresó, ¡esto se va a poner bueno! Mireya, seguro viene a buscarte a ti y a tu novio. Déjamela a mí, quiero divertirme un poco. ¡Mira cómo viene vestida! De verdad ni se da cuenta de lo mal que se ve. Voy a molestarla tantito.
Dicho esto, Jimena se adelantó y se plantó en el camino de Rocío.
—Oye, cazafortunas, de verdad no te pierdes ni una fiesta, ¿eh? ¿Qué, ya encontraste a tu millonario? Mira, por lo que veo, sigues igual de desubicada. Te doy un consejo: si quieres venir a estos lugares a buscar quien te mantenga, por lo menos vístete un poquito mejor…
Pero Rocío ni siquiera se molestó en escucharla.
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