La abrazó con fuerza. No necesitaba expresar nada, ni tampoco debía pronunciar palabras reconfortantes. Solo un simple abrazo fuerte era mejor que cualquier cosa que pudiera decir.
Un momento después, con Tangning todavía en su abrazo, se incorporó de repente. Justo cuando estaba a punto de salir de la cama, sintió que Tangning lo empujaba hacia atrás. Mo Ting la miró con curiosidad.
Tangning era como una niña traviesa que se aferraba a su pecho.
Mo Ting encendió la lámpara de la mesilla y le acarició la espalda con suavidad. Las comisuras de sus labios mostraban una leve sonrisa:
—¿No vas a ducharte?
—Solo quiero que me abraces así—respondió Tangning, hundiendo su cabeza en el pecho de Mo Ting con una expresión tierna—. No quiero separarme de ti.
—¿No me dijiste que no fuera a Londres contigo?
Simplemente no quiero que estés muy cansado...
Tampoco yo quiero estar demasiado cansada...
De hecho, la pareja ya entendía la situación. Pero, ¿cómo podría el mismo Mo Ting que lentamente había convertido los mimos a su esposa en una carrera, permitirle a Tangning ir a Londres sola?
Mo Ting no le contó a Tangning sobre sus planes. Simplemente esperó para darle otra sorpresa a su bella y pequeña esposa.
Esa noche, la pareja no durmió. Permanecieron abrazados mientras charlaban toda la noche.
En un abrir y cerrar de ojos, ya era hora de que An Zihao y Long Jie recogieran a Tangning y la llevaran al aeropuerto. Sin embargo, hasta el momento en que debía irse, Tangning aún se aferraba a Mo Ting: no estaba dispuesta a dejarlo ir.
—Espérame...
Mo Ting extendió su mano y acarició suavemente el cabello de Tangning. El anillo de bodas en su dedo brillaba bajo el sol de la mañana.
Al llegar al aeropuerto, Long Jie se dio cuenta repentinamente de que había olvidado su pasaporte. Pero en este momento, suponía que su abuelo estuviera fuera en su paseo matutino, y no había manera de que ella pudiera ir y venir de su casa: no habría suficiente tiempo
Tangning pensó en su antiguo hogar y recordó que no estaba lejos de Hai Rui. Así que le dijo a Long Jie que llamara a Lu Che: sabía que Long Jie tenía la costumbre de ocultar un juego de llaves de repuesto.
Long Jie dudó por un momento, pero rápidamente llegó a la conclusión de que el trabajo era más importante, por lo que a regañadientes le hizo a Lu Che una llamada telefónica:
—Lu Che...
—¿Qué pasa?
—Yo, eh... olvidé mi pasaporte. ¿Crees que podrías pasar un rato por mi casa? Hay una llave de repuesto oculta dentro del buzón y mi pasaporte debería estar encima de mi cama.
A decir verdad, Lu Che estaba bastante ocupado. Mo Ting todavía tenía muchos documentos esperando a que los entregara. Si se tratara de alguien más, él se habría deshecho de ella, pero como era Long Jie, sin importar lo inconveniente que fuera, sentía que no podía negarse.
—Espérame allí.
Lu Che estaba muy al tanto de su hora de embarque, por lo que inmediatamente se dirigió a la casa de Long Jie y rápidamente encontró la llave de repuesto.
Los muebles dentro de la casa de Long Jie eran casi los mismos que tenía Tangning cuando vivía allí. Esta no era la primera vez que Lu Che ponía un pie adentro, pero sin Long Jie, sintió un nerviosismo inusual.
Cuando abrió la puerta del dormitorio de Long Jie, descubrió que el pasaporte estaba apoyado sobre la cama. Pero, al lado, había un montón de sujetadores y ropa interior. Long Jie tenía tanta prisa que no había tiempo de ordenar todo.
Lu Che se sonrojó cuando recogió el pasaporte y salió corriendo. En su corazón, él sentía que solo sería correcto que él viera la ropa interior de una mujer si fuera su futura esposa.
Sin embargo, como estaba tan nervioso, atropelló una silla al salir. Fue tan doloroso, que dejó escapar un grito.
Incluso cuando llegó al aeropuerto, todavía cojeaba, pero fingió que no había pasado nada.
—Siento mucho haberte hecho correr de esta forma.
—Está bien —replicó Lu Che entregándole el pasaporte y recostándose contra su coche despreocupadamente—.
Que tengas un buen viaje.
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