El precio de tu Amor romance Capítulo 9

—¿De verdad estamos yendo al club Livenly? —Nat escuchó la pregunta de Lana volviendo con el tema en el que persistía desde hace media hora cuando la levantó de la cama, ella estaba intentando indicarle al taxista la dirección de la cafetería a donde debía dirigirse primero, así que pasando un trago algo incómodo, giró la cabeza para añadir una sonrisa a su rostro y mostrarle que esto era una cotidianidad en su nuevo trabajo.

—Primero iremos a una cafetería. Esto es trabajo, solo que me dije: ¿Por qué no? Lana se ha portado excelente conmigo, así que ella puede disfrutar su día libre en el mejor club de Durango, mientras yo… —por un momento pensó, ¿qué era precisamente lo que debía hacer con Andrew en el sitio?, pero esperaba que no fuese sentarse en una silla a tomar el sol y a mostrarle su cuerpo semidesnudo. Negó en sus pensamientos y luego se aclaró la garganta de nuevo—. Yo estaré pendiente si el señor White me necesita para algo…

Lana unió sus manos emocionada sin dar mucha importancia a la mentira que estaba recibiendo, luego buscó rápidamente el espejo miniatura en su bolso para volver a revisar sus ojos, que marcaban un poco de ojeras.

—Debo colocarme más corrector.

—Vas a una piscina…

—No importa, no me bañaré, solo tomaré el sol…

A Nat se le borró la sonrisa ante la incredulidad por la confesión de Lana, pero aprovechó el momento para explicarle algunas cosas.

—Escucha, tomaremos un café en esta cafetería, pero el señor White hablará unas cosas conmigo a solas, y ya luego nos iremos al club, ¿de acuerdo?

Lana manoteó.

—No te preocupes, hoy invitas todo tú… tomate tu tiempo.

En el momento en que llegaron a la cafetería ambas chicas fueron instaladas en una mesa, y en cuanto se sentaron un hombre más formal, llegó a sus lugares.

—¡Bienvenidas! —ambas sonrieron ante el recibimiento—. Señorita Simmons, ¿puede acompañarme un momento?

Lana picoteó el ojo a Nat mientras esta asentía y se levantaba.

Nat siguió al hombre con cierto recelo pensando que irían a la parte interna del café, pero cuando él abrió una puerta aledaña, se dio cuenta de que estaban llegando a un saloncillo privado donde Jarol estaba sentado con una taza de café negro, y un periódico que lo tenía ensimismado.

El hombre que la acompañó le hizo entender que ella estaba presente, y él no dudó en cerrar el periódico para luego levantarse.

—Natali… —su sorpresa mayor fue que Jarol llegara hasta ella y le diera un beso en la mejilla. Eso realmente la dejó helada.

—Señor White… —intentó responder y él sonrió como si estuviese satisfecho.

—Por favor, siéntate.

Nat giró hacia atrás pensando en Lana.

—Mi amiga está aquí, esperando… creo que no debería tardar mucho.

—No te preocupes, solo serán algunas indicaciones.

Después de esto, no le quedó de otra que sentarse en aquella cómoda silla y llevó sus dos manos encima de la mesa para controlar los nervios.

—Esta es tu llave… después del club, Robert te esperará en la salida para llevarte a… tu nuevo apartamento.

—Señor White…

—Es modesto para cualquier chica universitaria —él se apresuró en explicar—. Por favor, no dudes en pedir lo que te haga falta.

Las mejillas de Nat se tiñeron de rojo porque las sintió hervir. Toda esta situación la hacía sentir como una completa mierda y no tuvo otra opción que reprimir sus ojos tratando de hacer caso omiso a todo lo que la embargaba por dentro, y luego pasó un trago duro.

—¿Qué se supone que debo hacer hoy?

—Nada… —su rostro se alzó nada más lo escuchó.

—Perdone, no entiendo…

Jarol sonrió como si este fuese el día más feliz de su vida.

—Andrew estará en el club, no me pregunte cómo lo supe, pero parece que está de humor para ir a nadar… siempre pide ese lugar para estar solo, pero por supuesto, usted y su amiga, también estarán allí… por una casualidad…

Nat abrió los ojos como platos, definitivamente ese hombre la odiaría.

—Señor White… no creo que sea una buena maniobra. Si él desea quedarse solo, es porque… quiere estar solo —ella acentuó la última palabra llevando su cabello hacia atrás.

—No te preocupes… —el hombre se agachó hacia un lado y luego puso una bolsa de compras en la mesa—. Envié a que te compraran esto… traje de baño y algo de ropa para ti… las pasantías comienzan mañana y…

Natali arrimó la silla hacia atrás entre eufórica y molesta por su atrevimiento, con cada cosa que ese hombre le asomaba, la hacía sentir humillada. No demoró en tomar la bolsa de mala gana para observarlo fijamente.

—Ya no debe decir nada más, Señor White…

—Nat, no te ofendas —él se puso de pie, a ella la sacaba del sitio que él la tratara con tanta confianza. Eso de cierta forma la hacía vulnerable—. Míralo como un favor que ambos nos estamos haciendo.

Ella apretó su mandíbula mientras algo extraño la quebró por dentro y antes de que asintiera achicó sus ojos.

—¿Puedo hacerle una pregunta? —no debía preguntar nada, ella no debía inmiscuirse más de la cuenta. Pero esta duda estaba carcomiéndola en los últimos días.

—Puede preguntar —Jarol se ajustó la chaqueta y le sostuvo la mirada.

—¿Qué espera de todo esto?

Aunque no lo pensó, Jarol volvió a tomar asiento tomando de nuevo su taza de café, para luego dirigirse a ella dando un sorbo.

—Se lo dije, Natali, quiero recuperar a mi hijo.

—¿Y qué pasa si su hijo sale lastimado? ¿Qué pasa si esto se convierte en algo verdadero?, ¿no ha pensado en eso?

Ella escuchó dos carcajadas, y luego a ese hombre limpiándose con la servilleta que tenía anteriormente en sus piernas.

—Entiendo tu punto —dijo señalándola con el dedo—. Sé que eres una chica muy cautivadora, no puedo quitarte eso… pero Andrew no se enamorará de ti Natali, y tampoco lo permitiría.

Capítulo 9 1

Capítulo 9 2

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