Sin embargo, realmente necesitaba levantarse. Con suavidad, retiró su brazo y se bajó de la cama para dirigirse al baño, donde tomó un baño con agua fría antes de vestirse con una camisa y pantalones negros.
Al llegar a su oficina, se quedó congelado al encontrarse una hermosa figura. Luciana estaba ahí.
—No me digas que apenas te estás levantando. —Dijo con una sonrisa en sus labios rojos.
Ya eran las ocho y ella nunca había visto a Mateo llegar tan tarde. Él se sorprendió, pues no la esperaba tan temprano.
Luego, Fernando entró apresurado. —Presidente, acabo de ir al departamento de marketing, no sabía que la señorita estaba aquí...
Fernando sabía que anoche su jefe había dormido con su esposa en la sala de descanso y que ella seguía allí. Ahora que Luciana había llegado, la situación se había vuelto incómoda. Se preguntaba si las dos mujeres terminarían peleando por su jefe, jalándose del cabello. Ni siquiera se atrevía a mirar la cara de su presidente.
Gracias a su agudo sexto sentido femenino, Luciana notó algo extraño.
—¿Qué sucede? ¿Acaso no puedo venir? —Su mirada se dirigió hacia la sala de descanso. — Mateo, no tendrás escondida a alguna mujer allí, ¿Verdad?
Luciana se dirigió hacia la sala, pero Mateo se interpuso, impidiéndole el paso.
—¿Por qué no me dejas entrar? Anoche te llamé varias veces y no contestaste. Y hoy llegas tarde... ¿Estuviste durmiendo con alguna mujer?

VERIFYCAPTCHA_LABEL
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Precio del Desprecio: Dulce Venganza