Luis la reconoció inmediatamente.
Ciertamente, Luciana no esperaba ver a Valentina en la pista de baile. Se encontraba bailando pegada a Camila, se movía con naturalidad al ritmo de la música. Aún mantenía esa soltura innata que convertía cada movimiento en una danza sensual. Sus caderas se movían como las de una cantante brasileña.
Como bailarina, Luciana tuvo que admitir que Valentina bailaba mejor que ella.
Con más sentimiento, sensualidad y provocación.
Todos los hombres del bar 1996 la miraban; algunos silbaban, otros gritaban.
Esas miradas masculinas lo decían todo.
Luciana apretó los dientes; esta pueblerina también sabía bailar. Ella era la primera bailarina de ballet, y ahora otra le había robado el protagonismo sin ningún esfuerzo.
Valentina. ¿Por qué siempre era ella?
Entonces, sintió como la mano en su cintura se retiraba. Mateo había dado un paso adelante.
Su mirada intensa se posó en Valentina y no se apartó por largo rato.
Luciana casi se rompe los dientes de la rabia.
Joaquín y los herederos se pusieron de pie, atónitos al reconocer que la mujer que cautivaba a todos en la pista era …
—¡¿Valentina?! —exclamó asombrado.
Desde que pidió el divorcio, se había transformado, estaba irreconocible.
—¿Ese es su nombre? —preguntó Luis.
—Acaso, ¿la conoces? —inquirió Joaquín.
Sus ojos brillaron: —¡Ella es la mujer que estaba buscando!
—¿Qué?
Todos jadearon, incrédulos.
La mujer delicada y ardiente que lo había cautivado era... ¿¡Valentina!?
—Hola, bella, nos volvemos a encontrar —la llamó Luis.
Valentina se detuvo y lo miró, reconociéndolo como el hombre que había intentado ligar con ella en el auto.
—Eres tú —dijo ella.
Él sonrió: —Sí, soy yo. Me llamo Luis. Qué casualidad encontrarnos tan pronto, ¿puedo invitarte una copa?
¿Luis?
Ella no lo conocía de ningún lado.
Antes de contestar, sintió el peso de una mirada fría y penetrante. Ya sabía quién era, pero no pudo resistirse y llevó su mirada hacia dónde creía que él estaba, para encontrarse directamente con los ojos de Mateo.
Era como si le lanzara agujas directamente hacia su cara.
¿Por qué la miraba así? ¿Acaso el baile sensual de Luciana no lo había dejado satisfecho?
Luis miró a Mateo y luego a Valentina: —¿Se conocen?

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Precio del Desprecio: Dulce Venganza