Axel Vega Lazcano
Puerto Vallarta, Jalisco, México
Era el último día del curso y esa noche sería la clausura. Al despertar y ver a mi hermosa Amaia durmiendo en mis brazos, lo que menos pasaba por mi mente era el querer moverme, el querer despertarla porque quería que ella siguiera descansando. La güera entró sin permiso a la recámara de Amaia y me llevó un café bien cargado. Ella siempre ha sido la persona que más me conoce en esta vida.
–Hola amigo – Saludó la güera – Te he traído este delicioso café, algo me decía que ya estabas despierto – La güera, miró a Amaia que todavía estaba en mis brazos. – Ella estaba muy cansada.
–Hola güera, te lo agradezco mucho – Le di las gracias – Me conoces mejor de lo que me conozco yo, ya sabías que yo estaba despierto, y sí Amaia, no se ha movido para nada.
–Sí, no eres de levantarte tarde nunca porque eso, es perder todo el día. Pero ahora, siento que, no quieres moverte para no despertarla. Nunca pensé en toda mi vida desde que te conozco, verte así de perdido y de enamorado por alguien.
–Siéndote sincero, yo tampoco pensé estarlo nunca – Dije todo enamorado – La verdad, estoy enamorado como un adolescente de ella, de mi Amaia.
–Sí ya lo creo, ¿Cómo te fue anoche con tu suegro? Digo con tu socio – La güera se reía – La pobre de Amaia, estaba muy preocupada por ti y eso me da miedo amigo. Ella no te conoce bien, ni a todos tus alcances, eres la persona más sínica y más desvergonzada del mundo y siempre te las ingenias para salir bien librado de todo.
–Gracias, por lo que dices de mí, güera. En serio, que linda eres amiga, te recuerdo que, tú no te quedas atrás. Tráete un café para que me acompañes. Detesto tomar el café solo y ya casi me tengo que ir.
–No creo que vayas a tomar nada ya, tu princesa se está despertando y yo, les daré privacidad. Gracias, por dejarme dormir anoche.
–Por nada y gracias por el café y por darnos espacio. – Le agradecí.
La güera me guiñó un ojo y salió de la recámara, dejé mi café en el buró y al sentir que mi hermosa Amaia se movió en mis brazos, no lo pensé más y la besé con mucho amor y con mucha ternura, en lo que ella podía despertar bien del todo. Así quisiera que fueran mis días, despertar con ella por las mañanas y dormir con ella por las noches.
Que fuera mi último pensamiento y que me despertara pensando en ella, un sueño que me gustaría que pronto se realizara.
–Amaia, mi amor – Le decía entre beso y beso – Que bueno que has despertado, que ya me tengo que ir.
–Axel, no pensarás en irte sin hacerme tuya – Me dijo en un tono sexy y muy sugestivo – Te amo, mi amor ¿Dormiste bien?
–Mejor que bien, cariño y tú veo que también dormiste bien. En cuanto a hacerte el amor, no se me ocurre nada mejor.
Besé a Amaia con mucha pasión y sentimiento, ella se quitó rápidamente la ropa y yo hice lo mismo en fracciones de segundo, no podía perderme el curso era el último día y dadas las cosas con Mauricio y con todo lo que había pasado en este viajecito, era mejor para mí cumplir con todo, por eso lo estábamos acelerando ahora.
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