Ahora Scarlett lo entendía; Adrián había hecho esa pregunta cuando notó que Sebastián se estaba acercando, quería que lo escuchara directamente de ella. ¿Para animar a Sebastián? Scarlett negó con la cabeza ante el obvio intento de Adrián, pero no iba a arruinar su plan todavía.
Si funcionaba, lo aceptaría.
—Olvidé mi teléfono —dijo Sebastián como si le respondiera a Adrián, evitando completamente su obvia insinuación—. Perdón por interrumpir.
Mirando su rostro frío, Scarlett de repente se sintió muy lejos de ese hombre. No solo era ella, él se estaba alejando de todos, de todo su mundo.
Nunca había notado lo fácil que se había vuelto hablar con Sebastián, hasta ahora, cuando ya no era cierto.
No siempre había sido así con él.
En los primeros años después de casarse con él, la odiaba tanto que iniciaba una discusión cuando ella solo decía "buen clima". No podía hablar con él, aunque intentaba encontrar temas de la mejor forma posible, iniciar conversaciones, o simplemente conseguir un mensaje suyo preguntándole una y otra vez qué quería para cenar y cuándo.
Cualquier palabra de su parte hacía que su corazón saltara.
¿Cuándo había terminado ese tormento?
¿Cuándo le había comenzado a parecer tan fácil hablar con él, cuándo dejó de mirarla con odio en sus ojos, y cuándo aceptó que la encerrara en un armario solo para protegerla de ser lastimada?
Sí, estaba enojada con él en ese entonces, pero nunca dudó de sus intenciones.
Eso había cambiado ahora.
Por mucho que Scarlett quisiera mantenerse alejada de ese hombre, que era evidentemente el veneno más letal que podía herir su corazón, tanto si quería estar con él como si no, veía ese rastro de delicadeza en sus ojos, y simplemente sabía que...
Si se alejaba ahora, él caería en una espiral sin salvación.
—Sebastián, ¿podrías hablar conmigo? Por favor. —Scarlett tomó su teléfono antes de que él pudiera alcanzarlo, hablando con un tono firme—. Sé que estás cansado y molesto conmigo ahora, pero esto no solo se trata de nosotros. Ava es tóxica, y no solo te está lastimando a ti, la Abuela también estaría destrozada si te viera así.
Sebastián levantó la mirada cuando Scarlett le habló, pero la luz en sus ojos se fue apagando a medida que ella continuaba, hasta extinguirse cuando mencionó a la Abuela.
Ella estaba preocupaba, pero no por él. Ese amargo pensamiento cortó su pecho como un cuchillo ardiente.
—¿Por qué estaría molesto contigo? —preguntó Sebastián. Esa era la actitud más amable que podía permitirse tener con ella en ese momento.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico