—Estoy enamorado de Qin Ya.
Su Zhan declaró su amor por ella en voz alta cuando todos estaban reunidos en el comedor a la hora del desayuno. Qin Ya no estaba acostumbrada a ser tan íntima con él, por lo que se resistió un poco en su abrazo; no obstante, de inmediato, Su Zhan se inclinó y le murmuró algo al oído:
—Si no quieres arruinar nuestro numerito, no te resistas.
Ella no tuvo más remedio que seguirle el juego.
—Mmm —dijo Shen Peichuan, chasqueando los labios—. ¡Eso sí que es apresurado!
«Qin Ya fue tan hostil con Su Zhan anoche cuando estaban bebiendo, ¿y ahora resulta que son amantes? ¿A quién quieren engañar?»
Shen Peichuan había tenido sus sospechas de eso desde el inicio; Zong Jinghao, por su parte, podía notar que Su Zhan solo estaba actuando por lo que había pasado con Lin Xinyan, pero le daba demasiada pereza exponerlo. Como no le importaba nada más que su pequeña hija, la sentó en su regazo y comenzó a darle de comer.
Shen Peichuan tampoco sabía qué hacer al respecto mientras veía que Zong Jinghao le daba de comer con tanto amor a su hija, bocado tras bocado. Él nunca había visto a Zong Jinghao actuar tan amable antes de que Lin Ruixi llegara a su vida. «Quizás ahora es el esclavo de su hija. Esa descripción encaja perfecto con él.»
—Rui —dijo Shen Peichuan, tomando un huevo duro—. ¿Quieres que te ayude a pelar la cáscara del huevo?
—No, mi papi me ayudará con eso —respondió Lin Ruixi, sacudiendo la cabeza y abrazando a Zong Jinghao con fuerza.
Sintiéndose abandonado, Shen Peichuan parpadeó un par de veces. «Zong Jinghao está casado y tiene una linda hija y un hijo inteligente, e incluso, su esposa es hermosa y mucho más joven que él. Por si fuera poco, el mujeriego de Su Zhan también está enamorado, y yo soy el único que no tiene pareja. ¿En verdad estoy así de abandonado?» Y entonces, se acercó a Lin Xichen, quien era el único soltero de todos los que estaban allí.
Lin Xichen no estaba seguro de la razón por la cual Shen Peichuan había hecho eso, pero aun así, le dio a este último el huevo duro que acababa de pelar.
—Toma esto, tío Shen.
La expresión de Shen Peichuan se suavizó al escuchar eso. «Parece que todavía hay alguien que se preocupa por mí.»
—Gracias, Xi —dijo este último, dándole una mordida al huevo.
—No hay problema, es que pienso que te ves un poco solo —dijo Lin Xichen, mirándolo.
Shen Peichuan enmudeció y el bocado de huevo en su boca comenzó a tener un sabor extraño.
Incluso Lin Xinyan dudaba acerca de la verdad en el anuncio que había hecho Su Zhan.
—¿Por qué crees que Qin Ya vino aquí conmigo? Es porque estamos saliendo, y ya que el clima hoy es excelente, parecía el día perfecto para anunciarlo —dijo Su Zhan lleno de orgullo.
Lin Xinyan ya no tenía el valor para exponerlo al recordar el dicho: «Es mejor destruir diez templos que arruinar un matrimonio.» Y en vez de eso, decidió felicitarlos.
—Muy bien, ya que has tomado tu decisión, entonces deberías olvidarte del pasado y concentrarte en tu futuro con ella.
Qin Ya comenzó a sentirse avergonzada.
—Está bien. Se hace tarde, hay que apresurarnos a comer.
Lin Xinyan no culpaba a Qin Ya por nada; después de todo, era una mujer adulta, así que seguro sabía lo que estaba haciendo. Lo único por lo que se sentía inquieta, era por no tener la certeza de si Su Zhan terminaría haciéndole daño. No se conocían desde hace mucho y ese hombre no era el tipo de persona que cuida sus palabras al hablar.
Qin Ya se apartó de la mano de Su Zhan y se dirigió a un lado de Lin Xinyan.
—Lin.
Esta la abrazó por el hombro e hizo que se sentara junto a ella; no quería que esa chica se sintiera presionada respecto a todo ese asunto. Por su parte, Qin Ya ni siquiera se atrevía a mirar a Lin Xinyan a los ojos, puesto que se sentía avergonzada; en realidad, para empezar no estaba saliendo con Su Zhan.
Zong Jinghao agarró la mano de Lin Xinyan por debajo de la mesa.
—Cada quien tiene su propio destino —le dijo él, pues no quería que Lin Xinyan se preocupara demasiado por la vida de las otras personas; luego, colocó un vaso de leche frente a ella y le dijo—: Bebe esto.
Lin Xinyan supo a qué se refería; sin embargo, solo se sentía preocupada por Qin Ya debido a la estrecha relación que tenían, aunque no tuviera intenciones de interferir. Entonces, agarró el vaso de leche y lo bebió con rapidez.
—Mami —dijo Lin Ruixi, dándole el huevo duro que Zong Jinghao había pelado por ella—. Esto es para ti.
La pequeña sostuvo la «pequeña bola blanca» con fuerza y la llevó a la boca de su madre como la niña tan filial que era. Lin Xinyan le dio una mordida al huevo que sostenía su hija; era un huevo común, pero sabía más delicioso de lo que debía. Acarició la cabeza de su hija, sin reparar en el trocito de yema de huevo que se quedó pegado en la comisura de sus labios. Al darse cuenta de esto, Zong Jinghao agarró un pañuelo y se lo limpió a Lin Xinyan, lo cual hizo que se sintiera un poco incómoda, pensando que había mucha gente mirándolos. Así, trató de agarrar el pañuelo ella misma, pero entonces se encontró con la decidida mirada de Zong Jinghao; con ello, retiró su mano cuando recordó que él quería que actuaran como si estuvieran enamorados al estar enfrente de otros.
Mientras Lin Xinyan dejaba que Zong Jinghao le limpiara la boca, Lin Ruixi se retorcía más en los brazos de su padre al mismo tiempo que soltaba una risilla. Amaba ver que sus padres se comportaran de esa manera y se sentía como la niña más feliz de todo el mundo.
Su Zhan estaba un poco conmocionado por todo esto.
—¿Podrían parar todos? —dijo él, dándole un gran sorbo a la leche—. ¡Están avergonzando a Peichuan! ¡Él ni siquiera ha tenido una sola cita!
Y después, comenzó a reír de una manera incómoda. Shen Peichuan lo miró disgustado, antes de atiborrarse el resto del huevo en la boca y ponerse de pie.
—Yo también estoy lleno. —Lin Xichen también se levantó.
—Ven conmigo —le dijo Shen Peichuan sin poder evitar sentirse agradecido por la presencia de ese niño.
Cuando llegaron a la puerta, se encontraron con Bai Yinning, quien estaba dirigiéndose hacia ellos. Shen Peichuan se detuvo en seco.
—¡Señor Bai! ¿Qué está haciendo aquí?
—Vine por la señorita Lin —dijo Bai Yinning con esa ligera sonrisa familiar en su rostro.
—Ahora está desayunando. ¿Le gustaría esperar aquí un momento? —Shen Peichuan también sonrió.
—Claro —respondió Bai Yinning.
Y entonces, miró a Lin Xichen y se dio cuenta de que aunque era muy joven; sin duda alguna, era guapo y tenía un extraño parecido a Zong Jinghao.
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