Lin Xinyan se estaba asegurando de que Bai Yinning no le hubiera mentido.
El rostro de Cheng Yuxiu de nuevo se tornó en un tono pálido cadavérico en el momento en que escuchó la pregunta de Lin Xinyan; se le quedó mirando, sintiéndose como si la hubiesen arrojado a un estanque de agua helada que la congelaba de pies a cabeza. «¿Conoce a Bai Hongfei?»
—¿No se siente cómoda hablando al respecto? —Lin Xinyan pudo notar sus dudas.
—No —negó de inmediato Cheng Yuxiu. Cheng Yuwen no le había dejado más opción; luego, como estaba preocupada, le preguntó—: ¿Cómo fue que terminaste en ese problema?
—No tiene que preocuparse por eso, Zong Jinghao logró arreglarlo por mí y ahora estoy bien. Solo quiero saber más sobre usted. ¿Cheng Yuwen tenía otras razones para que yo aprendiera el tejido de seda de té?
Lin Xinyan sentía que estaba involucrada en un enorme complot del que no tenía ni idea. Cheng Yuxiu cerró los ojos y tomó una decisión rápida, pensando que no era como que pudiera hacer algo para cambiar la situación; no obstante, aún temía que aquello le causara problemas a Lin Xinyan.
—Eres una buena chica. —Con sus manos frías y húmedas le dijo esto a Lin Xinyan, agarrando las de ella; sus ojos estaban enrojecidos y su voz era temblorosa—. Puedo contártelo todo, pero necesitas prometerme algo.
Al ser la madre biológica de Zong Jinghao, sin duda querría lo mejor para su hijo, y ya que Lin Xinyan había tenido a dos de sus nietos, lo más seguro era que sintiera cariño por ella. Después de todo, le había dado la reliquia familiar, lo cual era una señal de que no le haría daño a nadie, sin importar nada.
—Dígamelo. —Lin Xinyan asintió.
—Necesito que guardes para ti lo que tengo que decirte, no puedes decirle a nadie, incluyendo a Jinghao.
Lin Xinyan bajó la mirada. Aquella petición no la sorprendía, pues pensó que si a esa mujer no le importara que Zong Jinghao se enterara de lo que estaba por contarle, entonces no se habría esforzado tanto en ocultarlo. Solo se sentía confundida por saber por qué ni siquiera le hablaba a su propio hijo. El mundo estaba lleno de dolor, vida y muerte, vejez y enfermedad, amor y traición; sin embargo, nada de eso se comparaba con el hecho de no ser capaz de hablar con los seres queridos, aunque estuvieran enfrente de uno.
Lin Xinyan sintió la necesidad de preguntarle qué era lo que le impedía hablar con su hijo, pero no se atrevió a hacerlo, pues supuso que había algo que la retenía.
—Sí, lo prometo —respondió Lin Xinyan, levantando la cabeza.
Cheng Yuxiu no pareció estar aliviada, sino lo contrario, se veía más turbada que antes. No quería arrastrar a Lin Xinyan a ese desastre, pero las cosas se estaban saliendo de su control e involucrarla no le haría ningún bien. Cheng Yuxiu se quedó callada por un rato, incapaz de reunir el valor para hablar. Lin Xinyan la esperó pacientemente y después de un par de minutos más, por fin Cheng Yuxiu habló:
—Mi apellido es Cheng, mi nombre completo es Cheng Yuxiu. No me atreví a usar mi nombre completo después de casarme con Zong Qifeng, así que solo decidí llamarme Yuxiu… Ni siquiera me atreví a hablar del hecho de que Zong Jinghao es mi hijo.
»Al ojo público, él es el hijo de la señora de la familia Wen, es decir, es hijo de Wen Xian y de Zong Qifeng, y yo solo soy la madre de alquiler. En esa época, yo tenía 20 años y mi padre había muerto de manera repentina de una enfermedad cardíaca. —Levantó la mirada para ver a Lin Xinyan antes de continuar—: Mi familia solía dirigir una fábrica…
»Fabricábamos seda de té, pero no teníamos mucha producción, ya que nuestros materiales eran bastante únicos. Poco después de que mi padre murió, mi hermano y yo nos hicimos cargo del negocio y recibimos una orden grande, pero nunca la terminamos. El cliente pidió compensación y, según el contrato, debíamos devolver cinco veces el precio de los productos por incumplimiento del contrato.
La tecnología para el tejido de la seda de té se había transmitido de generación en generación en la familia Cheng, y solo los niños pertenecientes a dicha familia podrían aprender esta habilidad. ¿Cómo podría ella ceder la preciada posesión de su familia así de fácil? Si lo hacía, nunca habría sido capaz de recuperarla, tampoco podía solo dejar morir la habilidad allí con su generación.
—Como quieras —resopló la señora Bai—. También puedes olvidarte de tu matrimonio con Hongfei. De ahora en adelante, ¡la familia Bai ya no tendrá nada que ver con ustedes!
La decisión de la señora Bai le dejó en claro a Cheng Yuxiu que solo le había permitido a su hijo salir con ella para conseguir la tecnología del tejido de la seda de té de la familia Cheng. Así que, en ese momento en que ellos estaban atravesando por su crisis más grande como familia y que Cheng Yuxiu se negaba a ceder su tecnología, se revelaron las verdaderas intenciones de la señora Bai. No obstante, Cheng Yuxiu amaba a Bai Hongfei con todo su corazón.
—El único que puede cancelar nuestro compromiso es Hongfei —dijo Cheng Yuxiu.
Y entonces, sintió que se le desgarraba el corazón desde el interior de su pecho, pero se rehusaba a llorar enfrente de la señora Bai.
—¡Bien! ¡Parece que estás buscando problemas! —se burló la señora Bai.
Pronto, se tomó una decisión que la destrozó por completo. La familia Bai anunció de manera unilateral que la boda estaba cancelada, cosa que le dio otro golpe a la familia Cheng, que de por sí estaba pasando por tiempos difíciles. Cuando los clientes supieron al respecto, de inmediato se les agotó la paciencia y comenzaron a perseguir a los Cheng para reclamarles el dinero que les debían, amenazándolos con subastar su casa y robar su tecnología.
Cuando Cheng Yuxiu estaba al borde de la desesperación, una mujer se acercó a ella.

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