Esa mujer era Wen Xian, quien fue sincera con su petición.
—Puedo darte el dinero que necesitas, pero también necesito algo de ti.
Cheng Yuxiu estaba impactada, pero no podía evitar pensar que Wen Xian debía estar loca. Nunca se habían conocido ni tenían ninguna clase de relación y, aun así, el dinero fue lo primero que esa mujer le prometió. Cheng Yuxiu dedujo que Wen Xian era una persona que había ido a hacerle burla debido a la situación por la que estaba atravesando en ese momento, así que trató de ahuyentarla de inmediato.
—No la conozco, por favor, váyase.
Wen Xian no se molestó, sino que le pidió a la persona que la acompañaba que le diera a Cheng Yuxiu su tarjeta de presentación.
—Si alguna una vez me necesitas, ven a verme.
Tras eso, se fue sin decir una palabra más. Poco después de que la mujer se fue, un grupo de personas irrumpió en casa de Chen Yuxiu y se llevó a Cheng Yuwen, amenazando con meterlo a la cárcel si ella no les pagaba en tres días. Cuando su padre estaba presente, Cheng Yuxiu nunca tuvo que preocuparse por el dinero y tampoco tenía muchos amigos además de Bai Hongfei. Sin embargo, él había desaparecido sin dejar rastro justo en el momento en que ella más lo necesitaba. Su mundo se derrumbó de un día a otro, así que, como no tenía más opción, en la tercera noche marcó el número de Wen Xian.
—Puedo ayudarla, pero primero necesito el dinero. —Fue lo primero que dijo en cuanto se conectó la llamada.
De inmediato, Wen Xian depositó una enorme cantidad de dinero en su cuenta bancaria, lo cual impidió que Cheng Yuwen fuera enviado a la cárcel y también apaciguó a los clientes. Después de eso, Wen Xian fue de nuevo a visitarlos.
—¿Qué quiere de mí? —preguntó Cheng Yuxiu.
Wen Xian no le respondió, sino que en vez de eso, le dio una foto de Zong Qifeng.
—¿Crees que es guapo?
Cuando Cheng Yuxiu vio al hombre de la foto, al instante le llamó la atención por su atractivo. Tenía unos ojos profundos, un rostro bien perfilado, e iba vestido de traje; se podía apreciar que iba saliendo de su auto, lo cual daba la impresión de que la foto se había tomado en secreto.
—Es mi esposo, hice que alguien le tomara esta foto a escondidas. —Wen Xian sonrió.
—¿Por qué me muestra una foto de su esposo? —A Cheng Yuxiu le costaba trabajo entender las razones de esa mujer.
—Quiero que seas su amante —dijo Wen Xian, después de mirarla por un largo rato.
Chen Yuxiu sintió como si le hubiera caído un rayo que la dejó enraizada al suelo, incapaz de poder recobrar los sentidos. «¿Escuché bien? ¿Ser la amante de su esposo? Este debe ser el mejor chiste que haya escuchado en mi vida.» No obstante, Wen Xian estaba muy tranquila al respecto.
—Así es, quiero que te conviertas en su amante. De hecho, quiero que tengas a sus hijos.
—¿Era ella infértil? —preguntó Lin Xinyan, frunciendo el ceño.
«¿Qué mujer estaría dispuesta a buscarle una amante a su esposo? ¿Eso no era algo descabellado?» A Lin Xinyan también se le dificultaba entender todo aquello.
—Eso fue lo que yo creí. Ella solo quería encontrar una amante para su esposo por esa razón. No obstante, cuando Jinghao tenía siete años, se embarazó y para cuando el niño cumplió ocho, el bebé ya había nacido.
«¿Eso quiere decir que Zong Jinghao tiene un hermano?»
—Y entonces, ¿qué pasó con el niño? —preguntó Lin Xinyan.
—No lo sé, nunca lo conocí; nunca volví a verla antes de su muerte y tampoco sé a dónde se fue el niño —confesó Cheng Yuxiu.
Justo después de que Wen Xian falleció, Zong Qifeng tomó a Cheng Yuxiu como su legítima esposa y ella no tuvo más opción que seguir el plan de Wen Xian, puesto que ella fue quien le había dado el dinero.
Así, atravesó por todo el proceso sin asimilar lo que estaba sucediendo y, entonces, llegó a la puerta de la familia Zong mientras aún se encontraba en un estado de aturdimiento. Por fin recobró los sentidos cuando frente a ella apareció Wen Xian, quien se quedó de pie frente al sofá que estaba en la sala de estar.
—Es en el segundo piso, en la primera habitación que está a la derecha. Una vez que te acuestes, no enciendas la luz.
Cheng Yuxiu se sentía humillada y sus manos temblaban dentro de sus bolsillos. Ni siquiera podía sentir el dolor que sus uñas le provocaban a sus palmas mientras las enterraba en ellas.
—Me lo prometiste. —Wen Xian pudo notar su renuencia—. Espero que no me decepciones y puedas honrar tu promesa. No hagas que me arrepienta de esto —dijo Wen Xian antes de salir de la habitación.
Cheng Yuxiu estaba sola en la casa. Hacía calor, pero ella sentía escalofríos por todo el cuerpo; era como si alguien hubiera cavado un hoyo en su corazón, haciendo que cada inhalación fuera dolorosa. Sentía como si tuviera las piernas hechas de plomo y que cada paso que daba requería un inmenso esfuerzo.
Después de que llegó al segundo piso, abrió la puerta y se encontró con la oscuridad. Sin encender las luces, forzó la vista y siguió las franjas de luz de luna hasta la grande y cómoda cama. Había un dulce aroma en el aire, parecía como si un amante hubiera preparado la habitación para tener allí una noche para recordar. Sin embargo, ella no podía evitar sentirse insultada al ver eso, pues el amante que ella solía tener había desaparecido en el momento en que más lo había necesitado. Además, había terminado en esa habitación desconocida, esperando a un hombre cuya esposa la había elegido a ella para que fuera su amante. «¿Podría ser esto más humillante? Es inconcebible.»
Wen Xian se quedó de pie afuera de la mansión y miró como Cheng Yuxiu subía las escaleras y desaparecía dentro de la habitación, sacó su teléfono y llamó a Zong Qifeng.
—¿Cuándo vuelves?
Zong Qifeng no estaba esperando esa llamada de su esposa cuando salió de una reunión, de pie en el pasillo en tanto miraba al cielo desde adentro.
—¿Qué pasa? —preguntó él.
—Te estoy esperando en la habitación. Sabes que me avergüenzo con facilidad, así que cuando entres, no enciendas la luz —respondió ella, un poco dudosa.
Era claro que aquello era una invitación.

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