ADVERTENCIA.
CAPÍTULO CON CONTENIDO SENSIBLE.
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Vladímir se mantenía sentado en el sofá, mirándo tranquilamente a una agitada Violeta, mientras más tiempo e transcurría, mayores manifestación de excitación tenía. Su pecho subía y bajaba de manera agitada, su piel estaba erizada, sus labios separados para poder respirar, lo miraba fijamente con un profundo odio.
—¿Cómo estás, querida?— pregunto en tono dulce.
—Te odio— dijo de forma agitada.
—Eso es lo de menos— sonrió y se puso en pie, de forma lenta se quitó la chaqueta de su traje, se deshizo el nudo de la corbata, y comenzó a desabotonar su camisa, Violeta no podía evitar verlo, sus senos parecían hinchados, su respiración descontrolada y su intimidad parecía bastante ansiosa. Lo dicho era cierto, lo odiaba, la maldita droga estaba causando efectos en ella, su piel se estaba calentando. . . observó el ámplio y desnudo pecho de él y no pudo evitar el deseo que la recorrió, quería llorar, se sentía muy mal por estar sintiendo todo ese deseo tan hambriento— tu mente puede odiarme todo lo que quiera, pero lo que me interesa es la pasión que puedo obtener de tu cuerpo.
—No quiero hacer esto, Vladimir. . . no quiero fallarle.
—Si te sirve de consuelo, es algo que no puedes controlar, aunque quieras— le sonrió acercándose a la cama— no te sientas mal, solo disfrútalo — llegó hasta la mesa junto a la cama, abrió una caja y tomó una enorme pluma, luego se sentó al borde de la cama y Violeta presionó los labios con fuerza, ante su creciente excitación, se alejó de él cuánto pudo, hasta donde las cadenas se lo permitieron, Vladimir tenía esa sonrisa de lobo hambriento— está vez quiero un beso Violeta, perro un beso de verdad, un beso que haga tblar todas las fibras de mi ser.
—Por favor— ya no pudo contener su voz quebrada y las lágrimas que bajaron por sus mejillas ante la inminente traición al hombre que amaba. Vladímir extendió la mano, y con la pluma acarició suavemente su cuello, Violeta gimió de manera inconciente, mientras tragó con fuerza— por favor.
—Ya no hay escapatoria, no hay nada que hacer, la droga está en tu cuerpo, la droga hace efecto, yo solo puedo ofrecerte el placer que necesitas para liberarte de ella.— la pluma recorrió su pierna, partiendo desde su muslo, hasta el tobillo y viceversa, Violeta gimió dolorosamente, sabía que no podría resistirlo por mucho tiempo, la pluma se paseó por su abdomen y ascendió lentamente hacia sus senos.
—¡Con un demonio!— gimió ella con respiración agitada, elevando su pecho inconcientemente hacía él.
—Deberiamos refrescarte un poco— caminó hasta la pequeña nevera en la habitación y volvió con un pequeño envase que contenía pequeños cubos de hielo, Violeta mordió con fuerza sus labios.
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