-Está bien.- respondió Rafael.
-¿En serio?- Naomí sonrió con ironía y dijo, -Dice un refrán antiguo que uno no llegará tres veces a un mismo lugar por casualidad a menos que pida algo, además, con tu expresión ya veo que vienes a molestarnos, así que dime, ¿qué quieres hacer? Hemos pagado la indemnización ya, ¿por qué no nos dejan en paz? ¡No me digas luego que Xenia es la que molesta a vuestro señor Simón!-
Rafael murmuró, -No quise decir eso, lo que quiero es…-
-Todo lo que has hecho es por ese señor Simón, ¿no es así? Por eso echas todas las culpas a nosotras las mujeres, ¿no? Rafael, de verdad me caíste bien antes, ahora con lo que has hecho, no quería comentar más. Pues de todas maneras, hemos cumplido los deberes que nos tocaron, si pides algo más, por favor hables con nuestro abogado y no vuelvas a presentarte en nuestra empresa,- dijo Naomí.
Al final Naomí entró al edificio y dejó a Rafael sin ningún chance de explicar.
Tras mucho rato, Rafael bajó la cabeza y se quedó muy triste, arrepintiéndose de lo que había dicho ese día.
En realidad, no estaba contra nadie, se comportó mal ese día porque, viendo a Simón tan triste y humillante, se quedó muy enfadado y luego lanzó esas palabras amargas a Xenia.
“¿Si ya lo abandonaste, por qué vuelves de nuevo?” pensaba en lo que le había dicho.
“Después de todo, ella volvió según su gusto, no lo hizo intencionalmente por Simón, y además, con lo que ha pasado estos días, ella ya no sintió nada hacia él, el que seguía enamorado es Simón.” Aunque lo pensó con tanta claridad ahora, no se atrevió a decirlo a Simón.
*
Mateo Guillén no tardó mucho en llevar a Xenia al destino. Cuando entró Xenia, los trabajadores la llevaron directamente a la sala de vigilancia porque se habían acordado.
-Mire estos, señorita Xenia,- dijo uno de los trabajadores.
-Muchas gracias,- respondió ella y luego estaba ahí mirando con toda atención los videos. Cuando vio a un sospechoso, gritó, -¿Con permiso, podría retroceder 10 segundos atrás?-
El trabajador lo hizo según su indicación, luego en la pantalla apareció ante ellos una persona que llevaba demasiado con un gorro. Por su forma de cuerpo, había de ser un hombre.
-¿Podría ver los videos de otra zona?- pidió con un poco de vergüenza.
Al oírlo, el trabajador se mostró un poco molesto.
-Disculpe, señorita Xenia, temo que no.-
Xenia se quedó aún más avergonzada.
-Disculpe, ya es todo lo que podemos hacer dentro de nuestro alcance.-
Con estas palabras, Xenia no pudo pedir más y sonrió diciendo, -No pasa nada, ustedes ya me han ayudado mucho, se lo agradezco. El otro día les invito a cenar.-
-No hace falta. Si es favor del señor Diego, estamos a su toda disposición.-
Cuando Xenia y el responsable salieron de la sala, un hombre apareció ante ellos. Dijo corriendo, -Llegó su señorío.-
Al oírlo, el responsable se quedó muy sorprendido y preguntó, -¿A qué viene su señorío?-
Todavía recordó su última visita cuando los reprochó a todos. Todo el mundo sabía que era una persona sumamente estricta y exigente, y con sólo oír hablar de su nombre, ya sentía mucho miedo.
-Señorita Xenia, yo…-
Cuando estaba hablando, una persona de gran cuerpo ya apareció en el corredor.
Los presentes se quedaron asombrados, incluida Xenia.
Cuando ella reconoció a esa persona, estaba pensando quién era ese señorío al que hablaban todo el mundo, pero no se le ocurrió pensar que era…
Ese hombre, con un rostro hermoso y de buena forma de cuerpo, se acercó a ella. Sin que él dijera nada, ella ya sintió su indiferencia y crueldad.
El resto ya empezaron a temblarse de espanto.
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