Con mucha furia, Simón agarró sus manos y la empujó hasta la pared.
Viéndolo, los trabajadores se quedaron sorprendidos con los ojos bien abiertos, y todos no se atrevieron a acercase.
Parecía que, además de conocer a su señorío, Xenia tenía con él una relación muy delicada.
Luego el resto de los trabajadores se asomaron desde la oficina por los ruidos, y todos se quedaron también sorprendidos por lo que vieron.
-¿Qué pasó? ¿Quién es esa mujer? ¿Por qué su señorío está tan cerca de ella?-
-Parece que los dos tienen una relación delicada… ¿Su señorío estará enamorado de ella?-
-¿Cómo es posible? No me digas que un hombre tan inaccesible y antipático como su señorío estará enamorado.-
Comentada por muchos y controlada por él, Xenia en este momento se sintía muy humillada, con el rostro rojo, y lo miró con los ojos furiosos.
-¿Qué quieres? ¿Humillarme ante todos te hace feliz?-
Simón no se dio cuenta de los demás hasta oírle esta palabra. La agarró porque estaba tan enfadado con ella.
Luego miró a su alrededor y gritó, -¡Largaos!-
Como un viento frío y llovioso, su grito pasó por todo el rincón. Los demás, sean parados o sean asomados, se encogieron del cuello por lo indiferente que era su tono. En seguida todos desaparecieron.
En el corredor se recuperó de inmediato el silencio, sin nadie más.
Respirando levemente Xenia remiró a Simón que estaba tan cerca frente a ella.
-Ahora está bien,- dijo Simón, con una mirada encantadora fijada en ella, -¿Quieres que yo hable con tu abogado? Pues no merece mi visita.-
Aunque los demás ya desaparecieron, eran todos testigos de esta humillación. Ella respondió furiosa, -Si mi abogado no merece tu visita, que hable tu asistente con él, ¿de acuerdo? Estoy ocupada y no tengo tiempo para charlar contigo.-
Luego Xenia se esforzó mucho por liberarse de las ataduras, pero su fuerza era tan débil que Simón cambió fácilmente de posición para controlarla con una sola mano, y con la otra sostuvo su barbilla.
-¿Por qué estás aquí?-
-Nada que ver contigo. ¡Suéltame!- gritó sintiendo mucho dolor.
-¿Quieres revisar los videos de vigilancia?- sin responder a ella, Simón soltó la mano que la agarró por sus abrazos, luego la llevó directo hacia dentro.
Xenia le siguió atrás.
Cuando los dos movieron, los demás volvieron a aparecer.
Simón era realmente inaccesible y antipático con todos, porque cuando entró con ella a la sala de vigilancia, los trabajadores, con mucho espanto, se pusieron de pie de inmediato.
-Su, su señorío.-
Xenia no quería hacerle ningún caso antes, pero por lo que parecía, él le permitió revisar los videos.
-¿Me permites ver los videos?- preguntó ella pensando que si la respuesta era positiva, ya podría conectarlos con los ya revisados antes.
-¿Por qué no?- le lanzó una pregunta.
¿Acaso existía algo en este mundo que su mujer no pudiera hacer?
-Abren todos los videos,- ordenó con un tono indiferente.
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