Una reunión duró mucho tiempo. Cuando acabó, la gente estaban recogiendo cosas para salir de la sala de conferencias.
Rafael aguantó durante varias horas y quería contar a Simón que Xenia había venido y estaba esperando en la oficina..
Pero cuando pensó en que Xenia le dijo antes que no contara a Simon nada, Rafael no hizo nada.
Tan pronto como terminó la reunión, Rafael dio un paso adelante, se inclinó hacia a Simón y dijo en voz baja.
-Señor Simón.
Simón todavía estaba leyendo el documento.
-Dime.
-Señora Xenia...
Acabó de escuchar estas palabras, Simón paró las acciones, y miró a Rafael.
Esta mirada seria asustó a Rafael y dio un paso atrás.
-Señor...
-¿Qué quieres decir más?
-Señor, solo quiero decir que Señora Xenia ha venido y le está esperando en la oficina.-
Al oír las palabras, Simón se levantó sin intención de recoger los papeles, y fue hacía a la oficina directamente.
“Joder, No me extraña que señora Xenia no me deje decírselo al señor. ¡Ya está como un loco de repente!”
-Señor Simón, Señor Simón -Rafael lo siguió.
-¿Algo más? -Simón paró impacientemente.
-Solo quiero decirle que Señora Xenia ya llegó hace unas horas antes. Me pidió que no lo contara a usted para que se concentre en la reunión.
Al principio Simón no pudo evitar fruncir el ceño pero pronto sus cejas se desplegaron y parecía que recordó algo.
-Vale, ya lo sé, arregla aquí.
Después de hablar, Simón salió de la sala.
Rafael fue a arreglar la habitación por la orden de Simón porque esto era uno de los contenidos de trabajo como un asistente.
Simón regresó a la oficina sin parar. Abrió la puerta pero descubrió que no había nadie dentro.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que la puerta de la habitación de descanso estaba abierta.
Caminó hacia la habitación. Cuando llegó a la puerta, Simón inconscientemente ralentizó sus pasos con mucho cuido.
Después de empujar la puerta de la habitación, vio la persona que la que estaba pensando.
Xenia estaba acostada en la cama y su pelo estaba un poco desordenado por dormir. No llevaba maquillaje y la colcha estaba solo medio cubierta.
Simón miró un poco y se acercó con pasos ligeros. Se inclinó y la cubrió con la colcha.
Después, Simón no quería levantar su cuerpo. Miró la cara tranquila y hermosa de la mujer quien estaba durmiendo, recordando las palabras que Rafael le había dicho antes y no pudo evitar dar la mano a tocar la mejilla de Xenia.
-Mujer tonta, ¿necesito que pienses por mí? Sólo dime cuando estés aquí. ¿Por qué pasas tanto tiempo sola aquí? ¿Eres tonta?
Simón sabía que estas palabras eran dicho a sí mismo, después de todo, Xenia estaba durmiendo ahora y no podía oírlo
Pero en el siguiente segundo, la chica, que originalmente tenía un rostro tranquilo, cambió repentinamente. Su expresión parecía un poco dolorosa y sus cejas se arrugaron con fuerza.
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