Xenia no rechazó más y cogió el móvil a ver. Al principio no tenía apetito, pero cuando empezó pedir, ella se sentía que quería comer muchas cosas.
Entonces Xenia pidió varios y después de que terminó de ordenar, se dio cuenta de que parecía comprar demasiado; ella devolvió el teléfono a Simón con vergüenza.
-Ya está.
Como ella estaba en sus brazos, Simón vio todas sus acciones. Al verla devolviéndose el teléfono a sí misma, no pudo evitar reír.
-¿Es suficiente?
Xenia se sentía un poco tímida cuando oyó eso.
-¿Crees que soy una gran comedora? No puedo comer tanto.
Simón sonrió y pidió unos platos más.
-¿Has terminado la reunión? -ella preguntó
Cuando ella habló de esto, Simón recordó que ella había esperado varias horas aquí.
-La próxima vez puedes buscarme directamente. No hace falta esperarme -Simón dijo.
-¿Puedo buscarte cuando estás teniendo una reunión? Si estás ocupado, voy a interrumper la reunión, ¿no? -Xenia respondió.
-Nada es más importante que tú -Simón bajó la cabeza y habló al lado de su oreja.
Este hombre...
Parecía que desde la pedida del matrimonio, él habló mucho de palabras melosas.
Aunque lo dijo así, Xenia todavía creía que no podía molestar su trabajo la próxima vez si él estuviera ocupado.
Ella no era el tipo de chica que necesitaba la compañía en cualquier momento. No quería que alguien dejara todo el trabajo que estaba haciendo para quedarse con ella. A ella no le gustaba ser así.
Cuando amaba a alguien, debería entenderle.
Simón y ella habían vuelto a estar juntos a pesar de las innumerables dificultades, y ella tenía que cuidar y apreciar el amor entre ellos.
Después de un rato, Rafael subió a la oficina con la comida.
-Señor Simón, ha llegado la comida y ya la pongo en la mesa -Tocó la puerta de la habitación y dijo
-Ok -Simón contestó con voz baja y abrazó a Xenia.
-¿Para qué me abrazas? Solo unos pocos pasos, puedo caminar yo misma.
-Todavía tienes sueño. Es mejor que te abrazo. Si te caes, no puedo pagarlo -Simón sonrió y dijo.
Xenia se quedó sin palabras.
-Puedes decirme si quieres abrazarme. ¿Por qué dices una excusa tan tonta? -Xenia se quejó un poco.
Simón paró un poco cuando escuchó sus palabras y la miró.
Xenia se sentía un poco incómoda cuando miró los ojos de Simón.
-Vamos, vamos a comer -ella dijo tímidamente.
-Has dicho...
-No he dicho nada.
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