— ¿Victor? — Pronunció Maya con sus ojos cristalizándose al ver a una mujer arrodillada intentando quitarle el cinturón a quien se suponía que era su novio en medio de la oficina de él.
Le costaba creer que lo que estaban viendo sus ojos era cierto, su corazón se estaba desgarrando y esperaba poder escuchar una explicación que aliviará este dolor creciente. Sentía que no podía respirar de tanto dolor.
— Maya, ¿Qué estás haciendo aquí? — Cuestionó Victor deteniendo las manos de la mujer para alejarse.
— ¿Que estoy haciendo aquí? Habíamos quedado ayer en que hoy viniera a verte y ahora me encuentro con esto, necesito una m*****a explicación. — Gritó Maya desconsolada, mirando como la otra mujer se ponía de pie y se lamía los labios para luego sonreírle de manera burlona.
— No creo que haya nada que explicar, lo que viste es lo que hay, esto es algo que tiene tiempo sucediendo, ¿No creías que un hombre como Victor podría tomar en serio a una niña como tú o si? — Preguntó Sasha sin quitar su sonrisa burlona y mirando a Maya con desprecio.
— Por favor dime qué lo que ella dice no es cierto, explícame las cosas, quiero escuchar lo que tú tienes para decir. — Espetó Maya con sus manos temblando de la rabia y tristeza, mientras una lágrima traicionera descendía por su mejilla.
No quería llorar delante de ella, no deseaba darle el gusto de haberla lastimado, pero se le hacía tan difícil contenerse cuando le dolía tanto el corazón, quería creer que había una explicación para esto, pero por su mente no pasaba ninguna posible que justificara la situación en la que los había encontrado.
Él la estaba engañando y parecía que le daba totalmente igual que ella lo supiera, odiaba darse cuenta de lo tranquilo que él parecía, como si no le importara en absoluto, haciendola sentir que miles de cuchillos se clavaban en su lastimado corazón.
— No tengo nada para decir, Sasha tiene razón, tú y yo no podemos estar juntos, nunca podríamos ser felices, es mejor dejar todo hasta aquí. — Espetó Victor con su corazón desgarrándose con cada palabra que pronunciaba, se había enamorado completamente de ella, pero sabía que no podrían ser felices.
Él tenía demasiado miedo al amor y a pesar de eso estaba decidido a intentarlo con Maya, hasta que descubrió algo que lo hizo ver todo de manera diferente, que lo comenzó a atormentar mucho más y entendió que lo mejor era alejarse de ella.
— ¿No podríamos ser felices? Te veías muy feliz conmigo, decías que me amabas, ¿De verdad todo fue una mentira? — Preguntó Maya sin poder aguantar más tiempo su llanto, sentía que él estaba pisoteando su corazón y no lograba entender como él pudo dejar de amarla de un día para otro, porque no creía que los bellos momentos que vivieron juntos, sus palabras dulces, el amor que le profesaba, todo el amor que sus ojos reflejaban al mirarla fueran una mentira, no creía que nadie pudiera actuar tan bien, sentía que era imposible.
Y aunque no entendía que pasaba aquí, no quería creer que él nunca la había amado, eso la destruiría, porque ella si lo amaba profundamente.
— Por supuesto que todo fue una mentira, fuiste un simple juego para mí, pero a mí me gustan las mujeres de verdad y tú eres una chiquilla a la que le hace falta mucho por vivir. — Respondió Victor desviando la mirada, ya no podía seguir viéndola llorar porque al verla así toda su alma dolía, se moría de ganas por consolarla y decirle que todo era una mentira, que la amaba y nunca podría dejar de hacerlo por más que quisiera, pero no podía hacerlo, porque sabía que eso sería un error.
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