— Es un placer volver a verlos, ¿Qué tal la han estado pasando? — Preguntó Jacob con una sonrisa cruel apenas entró al sótano y dándose cuenta de lo mal que se veían Elijah, Brooke y Olivia.
Tenían grandes ojeras, estaban muy demacrados y parecían que habían perdido unos cuantos kilos, esto no le sorprendió para nada, porque les había dado órdenes a los guardaespaldas de darles comida solo a veces y que está fuera solo algo de mal sabor y poco nutritivo. Además habían estado todo el tiempo en sótano, amarrados en posiciones incomodas, debería ser realmente difícil conseguir dormir un poco.
— Señor Davis, no se han estado portando muy bien, ayer cuando les quitamos las mordazas para darles un poco de comida, nos ofrecieron dinero a cambio de dejarlos ir e incluso favores sexuales. — Informó uno de los guardaespaldas, habían decidido ponerles mordazas a todos porque no soportaban escucharlos quejarse, llorar o suplicar todo el tiempo y ayer ellos estaban más desesperados y habían empezado ofrecer lo que quisieran a cambio de que los dejarán ir, pero ninguno estaba dispuesto a aceptar, no iban a traicionar a Jacob y sabían que a pesar de ser bastante joven él podía ser muy calculador y cruel, además cada vez iba ganando más territorio en este negocio, traicionarlo sería un terrible error.
— ¿Ah sí? ¿O sea que son capaces de ofrecer dinero que no es suyo? Porque nada de esto es de ustedes, se lo quitaron a mi esposa, pero lo que si me alegra saber es que estén tan dispuestas a dar sexo a cambio de algo que quieren, porque deben pagar todo el dinero que le han gastado a Mia, así que comenzarán a trabajar como prostitutas. — Espetó Jacob y los ojos de los tres se llenaron de horror y comenzaron a balbucear desesperados mientras sus ojos se cristalizaban. — Quítenle la mordaza a Elijah.
— No, no puedes hacernos esto, ellas son mujeres no puedes hacerles algo así. — Dijo Elijah desesperado con voz ronca apenas uno de los guardaespaldas lo dejo hablar.
— Si puedo, como tú pudiste maltratar a Mia desde que era una niña y quitarle todo lo que le pertenecía y no te importó que era pequeña inocente y cómo dices mujer, así que yo si puedo obligarlas a ellas a trabajar para que paguen todo lo que le deben, ya son mayores y no tienen ni una sola gota de inocencia. — Replicó Jacob mirándolos con asco, los odiaba a los tres demasiado, gracias a Rosa había sabido un poco más de todo lo que le habían hecho a Mia, porque no había sido capaz de preguntarle a esta última, no quería hacerla revivir los horrores por los paso.
— Te daré lo que quieras, pero no les hagas eso, déjalas ir por favor. — Suplicó Elijah asustado mientras veía a su esposa e hija llorar y Jacob sonrió con malicia, al darse cuenta de que el negro corazón de Elijah si amaba a algo más que el dinero y se trataba de a estas dos mujeres que eran tan malas como él.
— Está bien, puedo dejarlas ir, pero voy a necesitar que le cedas de nuevo la herencia a Mia y todo lo que has adquirido todo este tiempo. — Exigió Jacob sacando unos papeles de su chaqueta, él le había pedido a Dean que investigara un poco más sobre la herencia y todo eso, por lo que había descubierto que en esta también se aclaraba de que Elijah debería devolverla después de estar seguro de que el hombre con quién Mia se casara era bueno para ella, por lo que él había mandado a Dean a qué le preparara estos papeles para que él le devolviese lo que a ella le pertenecía y también lo que él había creado estos años con su dinero, ya que se había gastado buena parte de este.
— Te devolveré la herencia, pero no puedes quitarnos todo lo demás, eso me pertenece a mí y a ellas. — Se negó Elijah, pensando que aún había espacio a la negociación y Jacob negó con la cabeza mirándolo con sus ojos llenos de burla.
— Elijah un hombre muerto no podrá disfrutar de ese dinero y tampoco unas putas, porque siempre estarán enfocadas en solo trabajar y drogarse por los horrores que van a tener que vivir, así que tú decides, es todo o nada. — Aclaró Jacob y ellos se estremecieron al escucharlo.
— Eres un hijo de puta, te voy a matar. — Gritó Elijah perdiendo los estribos con sus ojos inyectados en sangre, ya no podía permanecer calmado, odiaba a Jacob y quería poder matarlo, no podía soportar que estuviese amenazándolo de esa manera.
— No vuelvas a decir eso de mi madre. — Masculló Jacob pateando su estómago con fuerza. — Parece que aún no aprendes nada Elijah, quizás para que entiendas como funcionan las cosas debería dejar que mis guardaespaldas empiecen a disfrutar un poco de lo que ellas tendrán que hacer de ahora en adelante y que después de todo ya les habían ofrecido voluntariamente.
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