Esposa Pecadora romance Capítulo 1055

Aunque el cielo estaba oscuro y las luces estaban apagadas adentro, Madeline aún podía ver claramente.

Una mujer de pelo corto con un vestido sexi estaba abrazando y besando a un hombre alto.

La mujer de pelo corto era, obviamente, Lana, y ese hombre, ¿quién más podría ser además de Jeremy?

Aunque Jeremy le dijo que se había acostado con Lana, Madeline siempre lo dudó.

Sin embargo, en ese momento, ver es creer. No quería creerlo, pero tenía que hacerlo.

Pensó que podría enfrentarse a eso con calma, pero cada latido de su corazón solo le dolía mientras su respiración se volvía irregular. En ese momento, se sentía asfixiada.

Madeline miraba fijamente las escenas cada vez más desagradables que ocurrían en el interior. Tras escuchar el sonido de la encantadora risa de la mujer, se dio la vuelta de repente y se dirigió hacia el ascensor. Pulsó al azar los botones del ascensor con los dedos. Su estómago empezó a sufrir calambres, lo que le provocó náuseas.

Jeremy vio claramente la figura de Madeline saliendo enfadada desde la oficina y luego encendió las luces de la sala.

Los dos actores que estaban actuando se detuvieron inmediatamente.

"Ya pueden irse", los despidió y exhortó: "Recuerden cambiar su apariencia primero y después váyanse por la puerta trasera".

Los dos actores agarraron los cheques de Jeremy y asintieron con alegría. "Gracias, jefe. Puede volver a llamarnos la próxima vez si quiere hacer otra actuación".

"No habrá una próxima vez", rechazó Jeremy con frialdad. "Recuerda que este asunto no puede ser escuchado por una cuarta persona".

Ambos conocían la situación de Jeremy y asintieron repetidamente como respuesta antes de marcharse.

Jeremy se sentó de nuevo frente a la mesa de su despacho y cerró los ojos con cansancio.

Sentía que su estado físico empeoraba. De vez en cuando sentía que le dolía el pecho.

El dolor era aún más evidente cuando pensaba en que Madeline se casaría con Ryan en dos días.

Sin embargo, Ryan era un buen hombre en el que se podía confiar de por vida. No quería que Madeline se lo perdiera.

Al final, solo podía rezar para que el otro hombre pudiera darle lo que él no había podido.