Esposa Pecadora romance Capítulo 1110

Daniel dijo de forma imponente y agarró la mano de Ava antes de jurar solemnemente.

"Escúchenme, no voy a renunciar a la mujer que amo por culpa de su familia. Si tanto quieres que los Méndez sean su familia política, vayan y háganlo. Pero no me involucren con gente irrelevante".

"...". La Sra. Graham se sorprendió al escuchar eso.

Daniel siempre fue tan refinado y de voz baja. Esta era la primera vez que tenía un arrebato.

Entonces, Daniel agarró a Ava y se marchó, lo que dejó a todos en la mesa mirándose unos a otros en estado de conmoción.

Naya apretó los labios en una fina línea. Era la primera vez que se sentía humillada.

Ella era la única mujer en Glendale que era compatible con Daniel, pero estaba siendo derrotada por esta mujer.

¿Cómo iba a ser capaz de soportar esto?

Después de llevar a Ava de vuelta a su apartamento, Daniel se disculpó por lo ocurrido.

Sin embargo, Ava no se molestó en absoluto. Al contrario, sonreía felizmente.

Daniel no entendía por qué Ava sonreía y no se enfadaba. Él preguntó nervioso: "¿Por qué no estás enfadada? Tampoco te enfadaste conmigo en la fiesta de cumpleaños del abuelo".

"¿Quieres que me enfade contigo, Dan?", preguntó Ava con una sonrisa. Luego, explicó: "Cuando estaba triste y ofendida, diste la cara por mí sin dudarlo. Para mí, eso es el mayor reconocimiento y apoyo, así que por eso estoy contenta. ¿Por qué debería enfadarme?".

Después de escuchar eso, Daniel se sintió más relajado.

"¿De verdad no estás enfadada?".

"Claro que no. Además, quiero prepararte una buena comida". Ava se dirigió a la cocina y empezó a preparar la cena.

Tal vez fue porque estaba de buen humor que solo vio a Daniel y no la silla frente a ella. El resultado fue que se estrelló contra ella.

Daniel se apresuró a sujetar la cintura de ella. "Cuidado".

"Jeremy, ni siquiera sabes cómo se llama Pudín. ¿Por qué me dejaste?".

Ella bajó la cabeza para mirar al hombre de la foto. En ese momento, su visión comenzó a volverse borrosa.

Quiso irse después de un rato, pero cuando levantó la cabeza, vio la cara que tenía tatuada en el corazón.

Ella estaba en su coche y miró al hombre que pasaba mientras se sentía perdida.

"¿Jeremy?".

La mente de Madeline se quedó en blanco mientras miraba al hombre que pasaba por delante del edificio con desánimo. La alta figura del hombre parpadeó en los ojos llorosos de ella.

Madeline volvió en sí y dejó de perder el tiempo. Se apresuró a salir de su coche y le gritó al hombre por la espalda: "¡Jeremy!".

En ese momento, el hombre dejó de entrar en el edificio al escuchar su voz.