Esposa Pecadora romance Capítulo 1617

Felipe no había dicho nada. Solo observaba la espalda de Cathy en silencio.

El contorno de su figura ya se había vuelto borroso debido a las lágrimas de sus ojos.

'Cath'.

'Lo recuerdas'.

'Cuando dijiste eso'.

'Esto está bien'.

'Puedes fingir que no lo sabes para que podamos despedirnos aquí'.

'Adam será bueno contigo, ¿verdad?'.

'Al menos, te tratará mejor que yo'.

Él bajó los ojos y se rio en tono de burla. Se dio cuenta de que una vez tuvo la felicidad al alcance de la mano, pero él apartó esa felicidad.

Mientras estaba sumido en su silencio, Felipe escuchó a Cathy decir en voz baja.

"Felipe, hasta nunca".

'Hasta nunca'.

Nunca había sentido lo desgarrador de estas cinco palabras, pero lo sintió en ese momento.

Él miró a Cathy fijamente y dijo con una sonrisa en su cara: "Bien, hasta nunca".

Sí, nunca.

Él no optaría por apelar. Lo único que lo esperaría sería la pena de muerte. Ya no habría otra posibilidad.

Después de que Cathy obtuviera la respuesta de Felipe, se quedó callada y distraída en el mismo lugar por un rato hasta que su hija le agitó la mano.

"Mami, ese tío tan guapo está llorando. Se parece a Juan cuando llora".

Al escuchar esto, Felipe se quedó sin palabras. Su mirada se posó naturalmente en el rostro del pequeño llamado Juan.

"Sí te acuerdas".

Felipe negó. Los latidos de su corazón empezaron a acelerarse de forma desenfrenada. Su visión también estaba pegada a la espalda de Cathy.

"Los días que no recuerdas son los días en que te hice sangrar y llorar. Si son tus hijos y los de Adam, entonces deberías saber claramente sus cumpleaños. Hay otro significado cuando dijiste que no te acordabas, entonces, ¿significa que los niños tienen algún parentesco conmigo?".

Cathy no pensó que Felipe hiciera suposiciones desde ese punto de vista.

Ella se quedó sin palabras. Cuando quiso negarlo, Felipe se levantó de golpe. Sin embargo, su acción fue rápidamente detenida por el oficial a un lado.

El oficial lo empujó de nuevo a su asiento con fuerza. Sin embargo, la emoción que estaba a punto de desbordarse en los ojos de Felipe ya no podía ser detenida.

"Cathy, Cathy...".

La llamó por su nombre, y sus ojos se llenaron de un anhelo ilimitado.

"Son nuestros hijos, ¿verdad?".