Esposa Pecadora romance Capítulo 1662

Él se quitó rápidamente el abrigo y lo colocó sobre Madeline.

Sin embargo, no parecía que Madeline estuviera mejorando en absoluto.

"Linnie, ¿qué te pasó? ¿Dónde te duele?".

"Jeremy, no mejorará por más abrigos que le des. Ella seguirá sintiendo frío, y seguirá tan adolorida que no podrá respirar fácilmente".

Jeremy levantó los ojos de repente. Su mirada helada y fría estaba directamente sobre Shirley.

"¿Qué has dicho? ¿Qué quieres decir?".

Shirley dio una larga calada a su cigarrillo. "Jeremy, ¿eres tan inteligente y todavía no sabes qué le pasa a tu mujer?".

Las pupilas de Jeremy se contrajeron y vio el reactivo antitoxinas en la mano de Shirley. "En efecto, fuiste tú. Shirley Brown, ¿qué estás tratando de hacer?".

"Nada. Solo quiero hacer un experimento". Shirley se rio un poco. "Por tu bien, considera esto como un regalo de parte de un conocido. La próxima vez, puede que no tengas tanta suerte".

Después de que Shirley dijera esto, le lanzó a Jeremy el reactivo antitoxinas que tenía en la mano.

Jeremy levantó la mano para atrapar el pequeño frasco de reactivo antitoxinas. Tras atraparlo, le echó un vistazo. Él quiso detener a Shirley para hacerle algunas preguntas, pero ella ya se había ido.

Madeline estaba en un mal estado en ese momento y él no tenía ganas de perder el tiempo con Shirley. Así pues, cargó a Madeline y corrió de vuelta al hotel.

El hombre reservó otra habitación y llevó a Madeline, quien temblaba por todas partes, a la habitación.

Ella nunca había sentido tanto frío. Tenía tanto frío que se asfixiaba y su respiración era agitada. Ella sentía tanto frío que no podía ni siquiera respirar.

Mirando a Madeline, quien sufría tanto, Jeremy la abrazó mientras sentía que su corazón se rompía. Él se acostó a un lado de ella y trató de darle el calor que quería.

El tiempo pasó lentamente y el cuerpo de Madeline no temblaba tanto como al principio. Poco a poco, ella se fue quedando dormida.

Jeremy se sintió más tranquilo al ver que Madeline ya no sufría tanto.

Le besó el entrecejo a Madeline, con una mirada llena de dolor y cariño. Sin embargo, al mismo tiempo, también había una rabia intensa y amenazante en su interior.

Él agarró su abrigo y luego su teléfono para hacer una llamada. Fue directo al grano y preguntó: "¿Dónde estás?".