Esposa Pecadora romance Capítulo 491

Madeline nunca esperó ver el día en que Jeremy se arrodillara, por ella.

Sería una mentira negar que estaba conmocionada, pero por muy conmocionada que estuviera, sería más adecuado afirmar que la situación le parecía absurda.

El hombre que tenía ante sí era de condición noble y su nombre era conocido en todo Glendale. Se daba por sentado que, cualquiera que se cruzara con él, lo trataría con respeto, mientras que algunos hacían lo imposible por caerle bien.

Era difícil imaginar a un hombre así, arrodillado frente a ella, frente a la mujer que una vez había desechado.

Madeline bajó su mirada distante para contemplar el apuesto rostro de Jeremy, cuyas cejas fruncidas irradiaban la pena que sentía.

"¿Quién hubiera pensado que el joven amo de la mejor familia se arrodillaría, por la mujer que una vez desechó? ¿No lo encuentra hilarante, Sr. Whitman?".

Jeremy se tomó la burla de Madeline con calma. "Haría cualquier cosa por tu felicidad".

"Hah". Madeline se burló. "Me harás muy feliz si dejas de aparecer delante de mí".

Los ojos de Jeremy se oscurecieron, sintiendo que su corazón se dolía de frío cuando la mirada helada de Madeline se clavó en su pecho

Lo único que podía hacer era coger la mano de Madeline, mientras tomaba con avidez el calor que le proporcionaba su mano.

"Madeline".

"No me llames Madeline, cuando el momento en que me convertí en Madeline Crawford fue el comienzo del trágico giro que dio mi vida".

Madeline interrumpió a Jeremy con frialdad mientras intentaba apartar su mano, sólo para que éste apretara más su agarre.

"Déjame ir, Jeremy. No quiero que nuestras vidas se entrelacen más. ¡¿No tienes idea de lo mucho que me desagrada y lo mucho que te odio ya?!".

Jeremy sintió que su cuerpo se enfriaba ante su tono decidido y molesto.

Dijo que le disgustaba y le odiaba.

Odio.

Jeremy apartó en silencio el dolor, para más tarde, mientras su nuez de Adán se balanceaba con la pena reprimida.

Pasó un rato antes de que finalmente levantara sus ojos llenos de dolor, dejando que sus profundos y oscuros iris se posaran en las hermosas facciones del otro. Sus rasgos goteaban de pesada furia.