Esposa Pecadora romance Capítulo 494

¡Sigue siendo su esposa!

Toc, toc, toc. Alguien llamó a la puerta de la oficina.

Al levantar la vista, Madeline se encontró con Felipe, que lucía una cálida y pequeña sonrisa en los labios.

Después de recoger la mesa, abrió la puerta para que entrara Felipe y le preparó una taza de té negro.

Felipe dio un ligero sorbo, antes de ir directamente al grano. "¿Por qué apagaste tu teléfono, los dos últimos días? ¿Dijo Jeremy algo ese día, frente a la Corporación Whitman?".

Al mencionar este tema, Madeline esbozó una hermosa sonrisa. Sus ojos se llenaron de alegría.

"He encontrado a mi hijo".

Felipe tembló. "¿El primer hijo tuyo y de Jeremy?".

"Sí. ¿Quién iba a pensar que siempre ha estado a mi lado?". Madeline sonrió dulcemente, revelando sus hoyuelos. "Jackson es mi hijo".

"¿Jackson es tu hijo?". Felipe se quedó atónito.

Madeline asintió. "Eso explica por qué siempre sentí una conexión especial y una intimidad, cuando se trataba de Jack".

Los ojos de Felipe se ablandaron al contemplar la sonrisa dulce y despreocupada que Madeline nunca había lucido delante de él.

"Felicidades por haber encontrado por fin a tu hijo".

Sonrió débilmente, pero tenía una arruga en el entrecejo.

"Esta mañana, seguiste a Jeremy a su coche por Jackson, ¿no?".

Madeline asintió cuando dijo lo que pensaba. "Aunque nunca tuve la intención de separarme de Jack, me debo a él como su madre. Después de todo, Meredith sólo le torturó y le hizo daño de esa manera, por mi culpa".

"No es tu culpa". Felipe tomó suavemente la mano de Madeline. "Tú no tienes la culpa. Los culpables son Meredith y Jeremy. Puedo ayudarte, si quieres luchar por la custodia de Jack,

cuando te divorcies de Jeremy".

Madeline frunció el ceño con frustración, ante la mención del divorcio. "Felipe, el...".

"Sólo dame un poco más de tiempo para lidiar con algunos viejos asuntos. Entonces los llevaré a ti y a Jack de vuelta al País F, para ver a Lily. Podemos casarnos entonces y vivir una vida simple y feliz como una familia de cuatro".

Los ojos de obsidiana de Felipe brillaban de ternura.