Esposa Pecadora romance Capítulo 600

Madeline aprovechó la oportunidad para apartarlo de un empujón y añadió, con un tono mucho más frío: "No tengo ningún recuerdo de lo que pasó, antes de perder la memoria, y no tengo intención de recordarlo. Ahora, solo tengo odio hacia ti, ¿entiendes? No me busques. No quiero verte más".

Sus ojos mostraban su firmeza, mientras se giraba sin piedad. "Vamos, Felipe".

"De acuerdo". Felipe se comportó como un caballero, mientras le abría la puerta a Madeline. Antes de entrar en el coche, Felipe miró a Jeremy, que se mantenía callado en medio de las ráfagas de viento. Los ojos de Felipe brillaban, como si hubiera salido victorioso.

¡Bam!

Comenzó una tormenta en aquella primera noche de verano.

Los que no tenían paraguas corrían para evitar que les mojara la lluvia, excepto Jeremy, pues sentía como si su alma hubiera abandonado su cuerpo. Él seguía de pie en medio de la lluvia.

Sus ojos se humedecieron al empaparse por la lluvia.

Cerró los ojos con fuerza y solo pudo pensar en las heridas que tenía, en lo más profundo de su corazón.

Sin embargo, creía firmemente que la cicatriz del corazón de Madeline tenía que ser mucho más grande que la suya.

***

Pronto, la tormenta terminó, pero la herida en el interior de Jeremy seguía sin cicatrizar.

Recibió una notificación de que Madeline tomaría un vuelo de regreso al País F, al día siguiente.

Se llevaría a Jackson con ella y no pensaba volver.

Jeremy sabía que Madeline ya no sentía nada por él, pero seguía sintiendo algo por Jackson.

Aunque no podía recordar todo antes del accidente de coche, si recordaba todo lo que había sucedido después, pues las memorias de sus dos personalidades se superponían. Por lo tanto, todavía podía recordar que Jackson era su hijo biológico.

Jeremy se dirigió rápidamente a la guardería, para buscar a Jackson.

Por la tarde, Madeline fue a la guardería y se dio cuenta de que Jeremy había ido a buscarlo antes.

No estaba contenta, y justo cuando estaba a punto de llamar a Jeremy, éste apareció delante de ella en su coche.

"No me llames así. No soy tu Linnie".

"Lo eres. Siempre serás mi Linnie. Para siempre". Entonces se giró, para mirar a Madeline. Sus cejas se entrecerraron apasionadamente, mientras sus ojos desprendían una fuerte sensación de terquedad y posesión.

Madeline se dio cuenta de que Jeremy no estaba siendo el mismo de siempre. Rápidamente se desabrochó el cinturón de seguridad y le amenazó diciendo: "¡Detén el coche, Jeremy, o saltaré!".

Sin embargo, Jeremy no se detuvo. Al contrario, aceleró.

Madeline sintió que le presionaban la espalda contra el asiento, cuando alargó la mano para abrir la puerta del coche.

"No me dejes, Linnie". Jeremy extendió repentinamente su mano derecha y agarró el hombro de Madeline, sosteniéndola. "No me dejes, Linnie...". La besó en la mejilla y le suplicó al oído, pero no redujo la velocidad del coche.

"Suéltame. ¡Estás loco, Jeremy! Suéltame".

Madeline forcejeó, pero Jeremy la abrazó aún más fuerte. En ese momento, un coche apareció, de repente, desde una esquina. Jeremy giró rápidamente el volante, mientras se escuchó un fuerte estruendo.