Mientras caminaban por el pasillo, los gritos quedaban atrás y Ágata se marchó con Emiliano y Sabrina. La inquietud se apoderó de Magdalena mientras los observaba irse. Durante todo ese tiempo, se esforzó por mantener a Emiliano cerca para que no representara una amenaza para Ornar una vez que se recuperara; sin embargo, ya no sería fácil vigilarlo, puesto que Ágata se había marchado y se lo había llevado con ella luego de todo ese embrollo.
-Magdalena, ¿estás bien? ¿Te duele la rodilla? -A Lorenzo le importaba poco si Emiliano se quedaba con Ágata o no. La consoló mientras le secaba las lágrimas que corrían por su rostro-. Mi intención era que Sabrina se arrodillara y se disculpara, ¿por qué te arrodillarías tú? Tu carácter indulgente es el motivo por el que los demás se ensañan contigo.
-Soy demasiado inservible, por eso no puedo dejarte.
A Lorenzo se le encogió el corazón al escucharla y ver cómo lo miraba con tanta dulzura. La abrazó y la consoló:
-Ya, ya. Deja que Emiliano se quede con Ágata para que no estés tan preocupada por él. Mañana llevaré a Ornar con el mejor especialista para su lesión en la cabeza. Me aseguraré de que no le quede ninguna cicatriz.
Magdalena asintió obsecuente, hundida en sus brazos. A Ornar poco le importaba la mentira que había dicho su madre, por el contrario, lo único que le preocupaba era que Sabrina lo había humillado por completo. No podía dejarlo pasar por alto y juró encontrar una oportunidad para devolverle el favor.
Una vez que Sabrina y Emiliano llegaron a la casa de Ágata, esta le dio unas palmaditas en la mano a Emiliano y le ordenó a María:
-Pide que preparen la cena más temprano y que agreguen algunos platos más que le gusten a Emiliano.
-Gracias, abuela -dijo Sabrina agradecida.
—Deberías agradecerle a Emiliano porque fue él quien llamó a María -comentó y lo miró con cariño.
De solo imaginar que él la había ayudado, Sabrina quedó perpleja.
—Tengo hambre. Vi que ninguno de ustedes comió, por el contrario, estuvieron discutiendo, así que no me queda más que pedirle a María que me traiga comida —dijo Emiliano y giró la cabeza.
Sabrina no dio crédito a su explicación, pero no insistió más, ya que Ágata estaba presente.
-Suban y échenle un vistazo a la habitación. No es necesario que le hagan compañía a una anciana como yo. Sabrina, por favor, ayuda a Emiliano a ordenar sus pertenencias. Esta noche nos acostaremos temprano — dijo con cansancio.
-De acuerdo —aceptó Sabrina y se percató de que Emiliano jugaba con las hojas de té en la taza.
—Sabrina, sé que te sentiste agredida por el incidente de hoy, pero procura mantenerte alejada de Ornar y no pensar en este asunto. Lleva a Emiliano a La Maison mañana y finaliza el traspaso de mando con Bárbara. Javier estará allí, así que no temas que ella te maltrate -señaló Ágata.
Sabrina asintió, no creía que la anciana ya hubiera organizado todo para ellos.
-Una cuestión más... Me enteré por tu padre de que estudiaste diseño de moda en el extranjero, por lo que dirigir La Maison sería una buena oportunidad para que pongas en práctica todo lo que aprendiste. Estoy segura de que conseguirás hacer crecer la empresa —declaró confiada.
¿Diseño de moda? Su carrera universitaria era, en efecto, diseño de moda.

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