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Esposo Mafioso, quiero el divorcio. romance Capítulo 5

Cuando estaba a punto de tocar la puerta esta se abrió y Dimitry salió de la habitación. Satarah estaba a punto de hablar en el momento que sus ojos se encontraron pero una nueva persona salió de ahí luciendo desaliñada.

—¿Qué pasa?

Dimitry quiso llamar su atención devuelta pareciendo indiferente. Ella sintió una punzada en el corazón pero se las arregló para no mostrar ninguna expresión.

“¿Qué me importa que él no haya dormido conmigo? Es mucho mejor que Dimitry se mantenga alejado de mí.”

—Y-yo necesito ir a la universidad. Dijiste que no podía salir sola.

Tarah podía sentir la mirada fija de esa chica sobre ella y al girar un poco su mirada le pareció que ella se burlaba.

—¿Piensas ir vestida así?

Su esposo la observó despectivamente haciendo una mueca y ella tuvo la necesidad de defenderse. No había nada malo en sus jeans.

—No voy a una pasarela de modas, sino a la universidad.

—No sé si olvidaste que también te dije que no me avergonzaras. No hay forma de que salgas vestida así.

Tarah inhaló profundo intentando calmar la ira que se estaba formando en su interior.

—Puedo ayudarla con su estilo Dimitry —habló por primera vez la mujer tocando el brazo musculoso de su esposo.

La chica no pudo evitar tensarse ante la evidente familiaridad que había entre los dos.

“¿Quién es ella?”

Dimitry hizo un gesto cansado y movió la mano restándole importancia.

—Ocúpate de ella.

Él clavó sus ojos en Satarah observándola con el entrecejo fruncido.

—Hoy tenemos que asistir a una fiesta. Anastasya consíguele un vestido.

—Lo haré. Sígueme, por favor.

Al fin soltó a Dimitry y se fue contoneando sus caderas, a Tarah no le quedó de otra que seguirla.

—No lo podía creer cuando supe que Dim se había casado con la hermana de Natalya.

Satarah se quedó en silencio ante el recuerdo doloroso de su hermana. La víbora frente a ella hizo una mueca de vergüenza.

—Ay, lo siento tanto. No debí mencionarla. Debe ser duro, más aún saber que tuviste que casarte con un hombre que estaba enamorado de otra.

Ella se movió con gracia en la búsqueda de ropa para Satarah mientras que ella cerraba sus manos en puños.

—No me interesa Dimitry.

Esto hizo detener a la mujer quien se giró a mirarla con el ceño fruncido.

—Pues debería, cariño. Ya que es tu marido.

Abrió los ojos horrorizada pues acababa de delatarse y no supo qué decir por lo que decidió cambiar de tema.

—De verdad necesito irme rápido a la universidad.

Anastasya le lanzó una mirada venenosa que intentó camuflajear.

—Claro, estoy en ello.

—¿Y tú, eres…?

La pelirroja extiende un hermoso y costoso vestido sobre la cama antes de girarse mirándola con una sonrisa llena de satisfacción.

—Yo soy una buena amiga de Dimitry y también la asesora de modas de su hermana y su madre. Y ahora seré la tuya, por supuesto. Ahora tengo que irme, fue un placer conocerte.

Tarah la vio salir incómoda. No se perdió de las palabras sarcásticas que le había dicho ni de los toqueteos hacia Dimitry.

—Está tratando de marcar territorio. Como si me importara ese bastardo —susurró por lo bajo.

Lo cierto es que su corazón se había apretado al verlos tan cercanos. Pero Tarah se negaba a admitirlo.

Obviamente era del tipo de su esposo, elegante, femenina, hermosa.

—No me importa si Dimitry tiene un centenar de amantes mientras no se me acerque.

Pensó en la cláusula del contrato que establecía que ella le diera un heredero y se estremeció.

—Al final él no lo dirá enserio. Dimitry no me tocará, por eso seguramente pasó la noche con ella.

No sabía porqué se sentía de aquella manera pero para deshacerse de ese sentimiento rápidamente se cambió de ropa y al detenerse en el espejo se detuvo en seco.

5. Sola y olvidada 1

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