Llegamos a casa horas después, todo estaba como lo habíamos dejado ¡mi dulce hogar! Donde pase toda mi vida.
—¿Feliz? —me pregunto Leonardo mientas me daba un casto beso.
—demasiado. —dije exhalando con tranquilidad.
Leonardo me cargo en brazos haciéndome soltar un pequeño grito por la impresión.
—¿que haces? —pregunte riendo.
—llevando a mi futura esposa a la habitación. —dijo en tono divertido.
—muero de ganas. —dije con voz pícara.
Leonardo me dio una cachetada en mi trasero en respuesta.
—¡pervertido! —grite indignada.
—no sabes cuanto. —dijo con una sonrisa cómplice.
Me deposito en la cama con cuidado mientras unía sus labios a los míos, mordió mi labio inferior haciéndome soltar un leve gemido, metió sus manos dentro de mi blusa acariciando mis pechos de forma lenta y torturosa.
—no sabes como quería hacer esto. —dijo con voz ronca empapada de deseo.
Me desvistio de un movimiento rápido dejándome solo en ropa interior, con dedos ansiosos desabroche su camisa dejando al descubierto su fuerte abdomen.
—eres preciosa Natale. —susurro sobre mi cuello, paso su lengua en mi clavícula haciéndome arquear la espalda por el placer que eso me producía.
—Leonardo... —dije entre gemidos.
—shh, Disfruta del momento. —dijo en susurro mientras su mano viajaba a mi parte íntima.
Acarició de forma torturosa mi clitoris encendiendo cada parte de mi cuerpo, minutos después Leonardo y yo estábamos completamente desnudos dispuestos a entregarnos mutuamente.
—me vas a matar. —dije jadeando, esperando que esto terminará de una ves.
—¿enserio? —pregunto fingiendo asombro.
Nos fundimos en un beso lleno de deseo y amor, sus labios siempre tan expertos me hacian sentir en el cielo mismo.
Leonardo entro en mi de forma rápida lo que me hizo soltar un muy audible gemido.
—me encanta escucharte. —dijo Leonardo mirándome con deseo.
Abrí el botiquín en busca de alguna medicina, cuando vi algo que me dejó pasmada.
—una prueba de embarazo. —susurre.
¡¿y si estoy embarazada?! Leonardo se volveria loco de la felicidad.
Tome la prueba en mis manos, ignorando los gritos de Leonardo que se escuchaban afuera, leí las instrucciones e hice todo lo que decía, caminaba de un lado a otro esperando ver el resultado de la prueba.
—¡no puede ser! —grite incredula.
¡salio positivo! Estoy embarazada, sentí una felicidad desbordante al ver esa prueba una y otra ves.
—¡mierda Natale! Abre esa puerta o la derrumbó. —dijo Leonardo con voz desesperada.
Abrí la puerta con la prueba en mis manos mientras que sonreía de forma estúpida.
—¿que pasa? —pregunto Leonardo mirándome desconcertado.
—estoy embarazada. —dije entusiasmada.

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