Rose apartó suavemente un mechón de su cabello para ver el rostro suave de Karim. Era todavía más sexy mientras dormía, incluso parecía un niño bueno... ¡Nada más lejos de la realidad!
Apoyó el codo en la almohada y la barbilla en el puño mientras con su otra mano delineaba la línea de su mandíbula. Tenía una barba tupida y suave de un par de días, unos labios carnosos y lindos, y una propensión especial a meter la nariz entre sus pechos incluso dormido.
"Cómo me gustaría que me padre se apareciera por esa puerta y viera este espectáculo", pensó porque Karim parecía un pulpo a su alrededor, agarrándola por todos lados. "Pues mejor no porque posiblemente me acuse de corromper al distinguido invitado", rezongó mentalmente antes de cerrar los ojos y tratar de dormir.
Lo consiguió bien entrada la madrugada, así que para cuando amaneció estaba rendida y él despertó para quedarse viendo su cuerpecito despatarrado.
"Hasta babea bonito la condenada, lástima que no sea por mí... ¡pero ya será!"
Karim la arropó para que siguiera durmiendo. Era sábado así que no tenía que ir a la universidad. Llamó a Faith y su amiga pasó poco después, dejándole ropa limpia y que sí le sirviera.
Para cuando el resto de la familia se levantó, él ya estaba muy animado fundiendo los cimientos del pequeño horno y abriendo los huecos para poner los postes de la pérgola.
Rose se desperezó con un bostezo y bajó las escaleras para encontrarse con su padre que también venía adormilado.
—¿Ya se fue el engendro del mal? —preguntó sentándose en la cocina frente a una taza de café.
—No, está allá afuera haciendo el horno desde temprano —contestó su madre después de darle un beso.
—¿¡Trabajando!? —escandalizó Rose con un grito que hizo que su padre se despabilara—. ¿¡Y lo vas a dejar, papá!? ¡Anoche de verdad le subió la fiebre, debería estar en cama con un termómetro en el trasero!
Moe hizo una mueca de terror.
—¡Tú sí que eres cruel, hija! ¡No sé a quién lo sacaste, a mí no fue! —sentenció mientras Mala levantaba una ceja divertida.
—¡Sácalo de ahí, no puede hacer nada hoy! ¡Si se pone malo lo van a cuidar ustedes! —les advirtió.
Chris alcanzó una taza de café y se dirigió al jardín trasero con paso cadencioso, hasta que llegó y vio que Karim lo tenía todo revolucionado allí.
—¡Pero muchacho! ¡¿Qué haces trabajando!? —lo regañó tendiéndole la taza de café—. ¡Estás enfermo!
—Buenos días señor Chris. No se preocupe, estaba enfermo con énfasis en "estaba". Pero ya me siento bien así que vamos a empezar esto que me tiene muy motivado.
—¿Seguro?
—¡Segurísimo! —sonrió Karim y Chris suspiró con resignación.
—Bien, entonces primero a desayunar y luego a trabajar, vamos.
Media hora después se sentaban todos a desayunar y Rose echaba humo por las orejas viendo que su madre mimaba a aquel árabe más que a ella.
El día pasó excesivamente rápido. La muchacha no encontró a tiempo una excusa para marcharse así que no tuvo más remedio que quedarse a ver el avance de la obra mientras llevaba té helado de un lado para el otro y veía a Karim transpirar.
—Creo que es suficiente por hoy —dijo Cris a media tarde, cuando los postes de la pérgola estaban listos—. ¡Hora de descansar! ¡Mañana seguimos!
Karim se lavó las manos en el grifo más cercano y la tendió hacia Moe con respeto.
—Entonces me despido, señor Chris, mañana temprano y seguimos con ese horno.
—¿Te vas? —lo increpó Chris como si no entendiera aquella decisión.
—Bueno... ¿sí? —respondió Karim con dudas.
—¿A casa de Faith? —insistió Moe y el árabe pestañeó despacio, como si estuviera esperando una explicación—. ¿Quieres que Rose se ponga peor? ¡Ya está en plan sobreprotectora con Charlie, no está siendo muy racional! —le advirtió—. Hasta que él y Faith no se reconcilien, no te aconsejaría estar muy cerca de ella.
—Ah, comprendo. Tiene razón, en ese caso buscaré un hotel de inmediato...
—¿Y por qué no te quedas aquí? —preguntó una voz dulce detrás de ellos y los dos se giraron para ver a Mala colgarse del brazo de su marido—. Digo puedes quedarte en un hotel, pero te garantizo que esta casa es mejor que cualquier hotel, y vamos a cuidarte muy bien.
Karim pasó saliva porque los dos tenían cara de ilusionados, pero aunque aquel jueguito de estira y encoge con Rose le encantaba, ya casi podía ver su cabeza explotando cuando le dijeran que iba a quedarse por tiempo indefinido.
—No, señora Mala, se lo agradezco pero quiero tener hijos algún día, mis padres se moriría sin un nieto...
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD