—Sí la golpeé. ¿Qué piensas hacer? ¿Quieres devolverme la bofetada, Señor Landeros? —Observando la expresión sombría de Jonathan, Ivonne adivinó que él había presenciado todo, entonces recordó cómo él había defendido a Ximena la última vez, por lo tanto, calculó que esta vez tampoco la dejaría escapar con facilidad, en el fondo, deseaba que la despidieran.
Ignorándolos, Ivonne entró directo al despacho de Jonathan, lugar en donde ni siquiera Ximena había estado antes, es relevante mencionar que él era un maniático de la limpieza, así que aparte de José, nadie más tenía permitido entrar en su despacho.
A Ximena le pareció increíble, «sólo han pasado unas horas, ¿y Jonathan ya le permitió entrar en un espacio tan privado?».
—¿Qué haces aquí en horas de trabajo? —Esas palabras iban dirigidas a Ximena, quien contuvo las lágrimas, en un principio había planeado regañar a Ivonne delante de Jonathan, pero para su consternación, las acciones de él habían sido inesperadas.
Se acarició la mejilla abofeteada, que le ardía después del manotazo, unos instantes más tarde se alteró aún más cuando Jonathan la interrogó.
—Yo... sólo te echaba de menos, pero cuando me levanté, empezó a alardear de lo que le hiciste. Jonny, tú mismo lo viste. Me acaba de abofetear.
—¿Por qué causaste problemas a propósito? —La voz de Jonathan era fría como el hielo.
Lo que había pasado hacía un momento lo había empezado Ximena, por lo tanto, Jonathan había visto y escuchado todo lo que ella había dicho y hecho.
—¿Crees que soy yo quien la intimidó? Jonny, ¡yo soy la que recibió la bofetada! ¡Yo soy la que fui agraviada!
—¡Si sabías que te sentirías agraviada, entonces deja de provocarla!
—Jonny... —Las lágrimas de Ximena comenzaron a rodar por sus mejillas gota a gota, sus hombros temblaban mientras se cubría la cara, cuando de pronto, mientras lloraba con delicadeza, su camisa un poco grande cayó a un lado, dejando al descubierto su clavícula.
Jonathan se limitó a lanzarle una mirada, de repente, se paralizó extendiendo la mano y tirando de forma sutil de la camisa, dejando al descubierto su hermoso hombro por completo.
Su mirada se fijó en el pequeño lunar de la clavícula de Ximena. «Ella también tiene uno. ¿Es sólo una coincidencia que Ivonne tenga el mismo en su cuerpo?». Por alguna extraña razón, Jonathan se sintió de repente irritado ante aquel pensamiento y no pudo evitar admitir que no deseaba que Ximena fuera la mujer con la que se había acostado la otra noche, por desgracia, ése era el hecho y no podía cambiar un hecho, aunque quisiera.
Pronto, el departamento de RRHH salió con un aviso citando a Ivonne para ir a trabajar al departamento de traducción, así que ante la idea de no tener que volver a ver a Jonathan, Ivonne se puso eufórica y bajó de inmediato, para su desgracia, la supervisora del departamento resultó ser Ximena.
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